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viernes, 28 de abril de 2017

La vanidad de Tántalo



 
La vanidad se paga cara y un claro ejemplo lo encontramos en la mitología griega con el caso de Tántalo. La vanidad es uno de los factores psicológicos que más perturban el alma del individuo y viene a ser una especie de sumario de todos los pecados capitales.

La vanidad de Tántalo lo llevó a igualarse a los dioses. Invitado por estos a un banquete, su arrogancia lo llevo a jactarse de ello entre los mortales, revelando los secretos que había escuchado en la mesa y, como corolario, robó algo de néctar y ambrosía, la bebida y comida de los dioses, y lo repartió entre sus amigos.
Otro pecado que se le imputa, fue invitar a los dioses a un banquete y servir entre la comida a su hijo Pélope. Habiéndole descuartizado, cocinó sus miembros y lo ofreció en la mesa. Los dioses advertidos, evitaron comer de la ofrenda.
Otro desliz del personaje de marras, fue verse envuelto en el lío del robo del perro de oro -que le había hecho Hefesto a Rea para que cuidara del recién nacido Zeus.
El castigo fue enviar a Tántalo al Tártaro. Allí fue confinado en un lugar donde árboles frutales y agua estaban a su alcance, pero al intentar alcanzar alimento o bebida, se retiraban de su alcance, sufriendo hambre y sed eternas.
La simbología de este mito es una clara advertencia a las personas que no destruyen el envanecimiento dentro de si y no actúan en base a la razón y con la medida de la humildad. El castigo a dichas personas por sus ofensas es contundente y definitivo.


Imagen: Tantalus, Gioacchino Assereto.
Bibliografía
*- Serrano Simarro, Alfonso y Chel, Alvaro Pascual. Diccionario de Símbolos. Editorial Libsa. Madrid. España. 2005.
*- Wikipedia

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