Así llama Aristóteles a quienes burilaron mitos,
cosmogonías y teogonías. El hombre primitivo observa la acción imponente de
fenómenos que se manifiestan en el firmamento, en las estrellas, nubes, pero
también en su propia vida, igual en la tierra, en el mar, lagos y ríos, en fin
en lo alcanzable y lo que se vislumbraba más allá de lo físico.
Le da una explicación y la misma es elaborada
sistemáticamente por magos, sacerdotes, agoreros. De allí vienen los ritos, las
ofrendas y hasta los sacrificios. Se busca en el conticinio la explicación y se
persigue la conexión que pueda dar el esclarecimiento convincente, bien por
elaboración o apelando a la fe.
Los dioses surgen en el imaginario y el mito que
sublima copa buena parte de la existencia del ser humano. Los griegos, o mejor
expresado los helenos, nos dejan una maravillosa herencia en la materia, pero
no son los únicos. También los persas, babilónicos, judíos y que decir de los
indostánico o las culturas del lejano Oriente.
Los helenos construyeron poderosos dioses sobre la
base de la belleza que presentían más allá de la observada en el ambiente
terrenal. La alegría y el placer que sienten en sus sentidos, la valentía de
sus hombres enfrentados a la naturaleza o a otros semejantes y hasta la
venganza -pasión tan humana a domeñar- que la proyectan en los dioses y
divulgan en los mitos.
Dioses y héroes se entrelazan y se transforman en
nuevas divinidades. Ya lo denuncia Tertuliano y gana la fuerza suficiente con
la teoría del heleno Emevero, para evidenciar a los dioses paganos como simple
invenciones humanas. Pero en nada le quita sabiduría a los mitos ni dejan de
ser una búsqueda de la verdad.
Aristóteles califica a Homero como el primer filosofo.
Como bien dice Tucídides, filósofo es quien ama la sabiduría. Y que son los
mitos. Un camino hacia la unidad desde la pluralidad. La búsqueda de lo simple,
desde la diferenciación. Tratar de conocer el espíritu, la verdad, todo en los mitos.
Platón aún los utilizaba, didácticamente, en su construcción filosófica.
Un punto interesante en la narrativa de la Grecia
Antigua es que la comprensión de los acontecimientos depende de la voluntad de
los dioses, pero sin descartar el obrar de los seres humanos. Aquí prende la
idea del libre albedrío. Lo anterior se desglosa de la obra de Homero, en la
cual existe unidad entre lo suprasensible y lo sensible, entre lo espiritual y
el cuerpo, el dolor y la alegría, lo oscuro y lo iluminado; desprendiéndose la
idea de que ambas fuerzas son parte de una unidad que se enriquece con la
antítesis. Aunque es poesía, no deja de ser un indagar y presentir la
sustancia, o sea, aquello que no necesita de algo anterior para existir. Y
allí, siempre, se relaciona la acción del hombre.
Si bien Homero es poesía, al igual que Hesíodo es
teología en cuanto que trata de los dioses, sus atributos y perfecciones.
Hesíodo, en su teogonía,
construye un argumento lógico del nacimiento del mundo. Hay un momento en que
pasa del mito a la teología. Despliega la creación y desarrollo del mundo en
tres tiempos: el de Urano, el de Cronos y el de Zeus. En el origen, primero fue
el Caos, ser asexuado y sin figura y lo describe como un abismo que se abre
nada más, algo como el espacio vacío. Luego emergieron el primer ser femenino y
masculino: la Tierra, madre de todos y Eros, dios del amor, del movimiento y la
evolución. Del Caos sale Erebo, dios de las tinieblas y Nix, diosa de la noche.
De la unión de Erebo y Nix, nacen Éter, el brillo fulmíneo, que participa de
las propiedades del rayo; y la diosa del día, generándose la luz por la fuerza
creadora de Eros.
Hay claramente una teología cargada de planteamientos
filosóficos. Deja rápidamente la abiogénesis y da paso a creadores y creados, a
las musas, hijas de Mnemosina, que a su vez es recuerdo y memoria. Hesíodo no
enlaza cada musa con las artes y ciencias como posteriormente se encuentran en diversos
escritos, para él lo importante es que representan el número nueve y son el
coro de todo lo que alegra al ser humano y lo ennoblece. Allí hay mucho de
esoterismo.
Estos mitos, además de la de Hesíodo, han dado origen
a muchas teorías cosmogónicas. Con razón Aristóteles los llamo “los primeros teólogos”.
Isidro Toro Pampols
Publicado en malletesblogspot.com el 24 de diciembre
del 2015
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