“Nadie entre aquí si no conoce Geometría”
Inscripción en el atrio de la Academia de Platón

sábado, 29 de abril de 2017

La verdad o la alétheia



Resultado de imagen para alétheia
Si buscamos en el DRAE el significado de la palabra “verdad”, encontraremos varias acepciones, entre otras: “Verdad. (Del lat. verĭtas, -ātis). 1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. f. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. 4. f. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. 5. f. Cualidad de veraz. Hombre de verdad 6. f. Expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende. U. m. en pl. Cayetano le dijo dos verdades.”
La verdad se usa preponderantemente en dos sentidos: para referirse a una proposición o a una realidad. En el primer caso, se dice que una proposición es verdadera, a diferencia de la falsa y, en el segundo, se dice que es verdadera a diferencia de aparente, ilusoria, irreal, inexistente entre otras.

Los griegos buscaron la verdad frente a la falsedad, la ilusión, la apariencia. Identificaban realidad con verdad, teniendo la primera el sentido de ser siempre, infiriendo que lo permanente era lo verdadero y no lo cambiante.
Para el hebreo clásico el término emuná significa primariamente “confianza”, “seguridad”. Las cosas son verdaderas cuando son “fiables”, seguras porque cumplen lo que ofrecen.  
Aristóteles desarrolla lo que luego se llamaría concepción lógica y que Platón había trabajado: que no puede haber verdad sin enunciado y que para que éste sea verdadero, es necesario que haya algo de lo cual se pueda afirmar que es verdad, relación (entre el enunciado con la cosa enunciada) llamada posteriormente correspondencia, adecuación, conveniencia.
Los escolásticos hablaron de la verdad metafísica y luego de la verdad ontológica, que es la verdad trascendental; también de la verdad lógica, referida a la conformidad de la mente con la cosa y, finalmente, la verdad gnoseológica. La primera es la realidad, la última se encuentra en el intelecto y la verdad lógica es la adecuación del enunciado con la cosa.
La verdad ha sido, y es, materia objeto de estudio de muchas escuelas de filosofía a través del tiempo. No la relacionaremos, pero si reseñar el concepto de verificacionismo, el cual busca que el hecho observacional pueda afirmar la hipótesis inicial, considerando que han de añadirse hechos observacionales que corroboren la hipótesis, con lo que ésta queda inductivamente consolidada.
Volvamos a los griegos y veamos la definición de alétheia. En griego es verdad, entendida como "aquello que no está oculto", "aquello que es evidente", lo que es verdadero. También hace referencia al "desocultamiento del ser".  
El filosofo alemán Martin Heidegger (1889-1976) desarrolló la noción de alétheia y le dio el sentido a esta como "hacer evidente", un significado relacionado con el presocrático de "aquello que es evidente".
Tomemos el sentido de alétheia como la verdad la cual aparece cuando algo es visto o revelado. Algo velado y hacerlo evidente. Tiene que ver con lo que aparece. Sale de las tinieblas y se hace visible cuando es iluminado. Al permitir que algo aparezca es entonces el primer acto de verdad. Por ejemplo, se presta atención a aquello que de alguna manera aparece. Para entender el concepto de espacio, es necesario que este aparezca de algún modo. Lo falso es por lo tanto aquello que no aparece.
Masónicamente la verdad es y está en el Creador, el Gran Arquitecto del Universo. Por medio del conocimiento, simbolizada por la Luz, nos aproximamos  a esa verdad. Jamás llegaremos a conocerla porque el ser humano en estos niveles de desarrollo no está formado ni capacitado para ver plenamente toda la Luz que se requiere para compenetrarse con el Creador. Pero si en la medida en que progresamos en conocimientos, sobre la base de la libertad de pensamiento y ser verdaderamente un ser signado en su actuación por las buenas costumbres, purificada moral en base al buen juicio, la rectitud y la comprensión; la vida en la que construye tu templo interior y coadyuva en la construcción de la Gran Obra, te lleva a comprender "aquello que es evidente", la alétheia, que es el símbolo de la verdad verificada en tu interior y que te proporciona la paz que el hecho observacional profundo exige el verificacionismo.  

Bibliografía
Martinez Echeverri, Leonor y Hugo. Diccionario de Filosofía. Editorial Panamericana. Bogotá. Colombia. 1997. Pág. 184
         Wikipedia: Alétheia

Figura: Alétheia, el Oráculo de Delfos, es una sacerdotisa que fue rescatada por el dios Apolo del ataque de la viperina Pitón en las montañas de Delfos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario