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viernes, 19 de mayo de 2017

Síntesis alegórica de la historia de Israel según el Salmo 133

Aarón, primer Sumo Sacerdote de Israel.
Escultura por Morlaiter, 1750

Resumen. Interpretación cabalística de una estrofa del Salmo 133 con el fin de inferir, sucintamente, la historia espiritual del pueblo hebreo.
La Biblia es el mejor exponente de la cultura hebrea y la cábala es una de las representaciones de su filosofía medieval, la otra son las elaboraciones de la doctrina platónica-aristotélica. La cábala interpreta los párrafos de la Biblia, logrando un alcance que las explicaciones exotéricas jamás pueden llegar.
El Salmo 133, el del Aprendiz, en su frase: el buen perfume que corre por la cabeza del sacerdote y baja por su barba hasta el cuello de su ropaje”, es hermosa alegoría que nos permite, entre otras, deducir una breve síntesis de la historia espiritual y política del pueblo hebreo.  Veamos.

Moisés vive cuarenta años en la corte del faraón de Egipto y luego cuarenta años en el desierto. Allí se integra a la tribu de los madianitas, que vagaban por los lados de la costa este del golfo de Akaba.
La palabra hebrea Teshuvá se comenta como volver, consistiendo en un proceso en el cual la persona identifica sus debilidades y controla sus deseos e instintos que lo desvían del camino del Ser Supremo, retornando así hacia su Creador(1). Moisés puede ser un buen ejemplo de Teshuvá y nos ilustra sobre la importancia esotérica de la Iniciación en el proceso de encuentro con el G.·. A.·. D.·. U.·.  y subsiguiente cadena que se inicia con él, y él lo continua con su hermano Aarón, que significa Nabim en hebreo.
Al analizar los capítulos 3 y 4 del Libro del Éxodo, concluimos que el evento de la zarza ardiente es una Iniciación. Veamos, brevemente, algunos símbolos. Se cubrió la cara. Entramos al templo, en nuestra Iniciación, con los ojos vendados ya que no tenemos la fuerza espiritual para ver la Luz; Moisés tiene la osadía de preguntarle a Dios su nombre. Invoca su conocimiento para ejercer su autoridad y garantizar el cumplimiento de su misión. De allí viene el Tetragrámaton, impronunciable, siendo divisa de la gran alianza con el Ser Supremo. A los masones nos dan signos, palabras y tocamientos. 
Moisés lleva a su pueblo desde Egipto hasta la Tierra Prometida, lugar que llega a ver a lo lejos, pero no pisar. Tarda cuarenta años en la travesía. Es un pueblo que ha nacido y crecido en el camino. Son gente nueva, educados bajo el nuevo credo, unidas por un vínculo de vicisitudes que les depara la travesía. Es una Cadena de Unión, forjada en el éxodo. Es una sucesión de purificaciones que ha despojado cualquier vestigio que los ate de manera directa con su pasado de pueblo esclavo. Es una Teshuvá colectiva. Me recuerda las pruebas en nuestra Iniciación. Cuarenta años, cuatro viajes.
En el Levítico, Caps. 8 y 9, se nos explica la consagración de Aarón y de sus hijos como los primeros sacerdotes. Se creaba el Sacerdocio Levítico para mediar entre Dios y la nación hebrea. Por extensión proyectada sobre la humanidad, se entrelazan los eslabones de la Cadena Iniciática, desde Moisés hasta nuestros días. 
Esa Cadena de Iniciados, cabalísticamente, la perfila el salmista en hermosa alegoría al señalar al “buen perfume que corre por la cabeza de los sacerdotes y baja por su barba hasta el cuello de su ropaje”. Aarón, cuyo nombre en hebreo significa Nabim, Iluminado o Instruido, resultará alegórico, ya que podemos inferir la emanación de la Fia Lux desde la cabeza, Kether; irradiando hacia Binah, Sabiduría absoluta; luego Chokmah, Inteligencia infinita; concretándose el Mundo de Emanación o Aziluth, así hasta llegar a Malkuth, la Realidad, el Reino, lo manifestado, la materia, en el árbol sefirótico.
Al penetrar los hebreos en Canaán, convivieron con pueblos locales por largo tiempo, siendo en buena parte seducidos por la cultura material de los cananeos. Eran las tribus de Israel cegándose en la oscuridad de Occidente. El Libro de los Jueces da cuenta de guerras sangrientas o negociaciones celebradas con sus vecinos. Jefte y Sanson son de esa época. Eran doce tribus que se manejaban federativamente, pero el Sanedrín o Gran Senado, presidido por un pontífice, garantizaba la unión reuniendo en una persona atributos políticos y religiosos. Tras la amenaza filistea, alrededor del 1050 a. C., se unifican en una monarquía, con Saúl, y luego con David y Salomón.
David derrota a los filisteos y lleva el Arca de la Alianza a Jerusalén y consolida la unidad territorial. Su hijo Salomón, vecino y amigo de los fenicios, fortalece la potencialidad comercial y emprende el Templo de Jerusalén. Hasta ese momento, los hebreos habían adorado a su Dios en las cumbres de las montañas, pero Salomón realiza el sueño de David y construye el Gran Templo sobre el monte Moira. Fue tan prospero en términos materiales el reinado de Salomón que en el Libro I de Reyes se dice que “hizo que la plata fuera en Jerusalén tan común como las piedras”.
A la muerte de Salomón el reino comienza una época de inestabilidad hasta, con la caída de Jerusalén, perder su independencia.
Aunque desarraigado, el pueblo hebreo ha sobrevivido siempre. Sus circunstancias históricas, situados entre tres continente, parecieran irradiar un mensaje a la humanidad. Ese momento de sometimiento a Babilonia, fue tiempo de profetas o Nabim, que en hebreo significa “el que anuncia, el que habla”. El nombre Aarón significa Nabim. Estos hombres, como Samuel, eran una estirpe llena de espíritu, quienes colmaban de fe y esperanza al pueblo; aunque fueran de origen humilde como Amos, o letrados como Elías o Jeremías. La sabiduría y fortaleza de estos inspirados mantuvieron la unión de los hebreos durante el destierro babilónico. Cuando el rey Ciro los libera, una larga caravana remonta en la primavera del 537 a.C., el curso del río Éufrates, recorriendo más de dos mil kilómetros para regresar a su país y reconstruir el Templo. Hermoso relato en el Libro de Esdra, y para la humanidad nos dejarían el legado de la Biblia, la cultura hebrea, el cristianismo y muchos siglos de saber que, imbricado con el helénico, serian la base de la cultura occidental.
Tras el retorno desde Babilonia, se instauró un estado teocrático con el fin de restaurar la tradición, recopilada en el Antiguo Testamento; restablecer las bases espirituales del pueblo, practicando la justicia y la piedad: “quiero la piedad y no los sacrificios; el Conocimiento de Dios, mejor que los holocaustos” (Oseas 6,6) Se diferenciaban de las prácticas religiosas de los politeísmos de Babilonia, Asiria, Fenicia y Siria, los cuales se destacaban por ser crueles y sensuales; se parecían al de los egipcios, que preconizaba la caridad hacia los humildes y débiles. ¿Cuánto del legado de Moisés y Aarón, por la vía de la Cadena de Iniciados, nos ha llegado? Seguro que mucho, resumido en una frase del Levítico: “amaras a tu prójimo como a ti mismo” Ese amor que “baja por su barba hasta el cuello de su ropaje”.


Bibliografía
.- Grimberg, Carl. Historia Universal. Tomo 3.Ediciones Diamon, 1967.
.- Noraim, Iamim El verdadero significado de teshuvá, tefilá y tzedaká. http://www.radiojai.com.ar/OnLine/notiDetalle.asp?id_Noticia=32888


Isidro Toro Pampols
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Salmo 133. Aarón: genealogía y rol en la historia
Comp.·. Masón
Resp.·. Log.·. Templo de Salomón 172


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