Si buscamos en el DRAE el significado de la palabra
“verdad”, encontraremos varias acepciones, entre otras: “Verdad. (Del
lat. verĭtas, -ātis). 1. f. Conformidad de las
cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2.
f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3.
f. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación
alguna. 4. f. Juicio o proposición que no se puede
negar racionalmente. 5. f. Cualidad de veraz. Hombre
de verdad 6. f. Expresión clara, sin rebozo ni
lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende. U. m. en pl. Cayetano
le dijo dos verdades.”
La verdad se usa preponderantemente en dos
sentidos: para referirse a una proposición o a una realidad. En el primer caso,
se dice que una proposición es verdadera, a diferencia de la falsa y, en el
segundo, se dice que es verdadera a diferencia de aparente, ilusoria, irreal,
inexistente entre otras.
Los griegos buscaron la verdad frente a la
falsedad, la ilusión, la apariencia. Identificaban realidad con verdad,
teniendo la primera el sentido de ser siempre, infiriendo que lo
permanente era lo verdadero y no lo cambiante.
Para el hebreo clásico el término emuná
significa primariamente “confianza”, “seguridad”. Las cosas son verdaderas
cuando son “fiables”, seguras porque cumplen lo que ofrecen.
Aristóteles desarrolla lo que luego se llamaría concepción
lógica y que Platón había trabajado: que no puede haber verdad sin
enunciado y que para que éste sea verdadero, es necesario que haya algo de lo
cual se pueda afirmar que es verdad, relación (entre el enunciado con la cosa
enunciada) llamada posteriormente correspondencia, adecuación, conveniencia.
Los escolásticos hablaron de la verdad metafísica y
luego de la verdad ontológica, que es la verdad trascendental; también de la
verdad lógica, referida a la conformidad de la mente con la cosa y, finalmente,
la verdad gnoseológica. La primera es la realidad, la última se encuentra en el
intelecto y la verdad lógica es la adecuación del enunciado con la cosa.
La verdad ha sido, y es, materia objeto de estudio
de muchas escuelas de filosofía a través del tiempo. No la relacionaremos, pero
si reseñar el concepto de verificacionismo, el cual busca que el hecho
observacional pueda afirmar la hipótesis inicial, considerando que han de
añadirse hechos observacionales que corroboren la hipótesis, con lo que ésta queda
inductivamente consolidada.
Volvamos a los griegos y veamos la definición de
alétheia. En griego es verdad, entendida como "aquello que no está
oculto", "aquello que es evidente", lo que es
verdadero. También hace referencia al "desocultamiento del ser".
El filosofo alemán Martin Heidegger (1889-1976)
desarrolló la noción de alétheia y le dio el sentido a esta como "hacer
evidente", un significado relacionado con el presocrático de "aquello
que es evidente".
Tomemos el sentido de alétheia como la
verdad la cual aparece cuando algo es visto o revelado. Algo velado y hacerlo
evidente. Tiene que ver con lo que aparece. Sale de las tinieblas y se hace
visible cuando es iluminado. Al permitir que algo aparezca es entonces el
primer acto de verdad. Por ejemplo, se presta atención a aquello que de alguna
manera aparece. Para entender el concepto de espacio, es necesario que este
aparezca de algún modo. Lo falso es por lo tanto aquello que no aparece.
Masónicamente la verdad es y está en el Creador, el
Gran Arquitecto del Universo. Por medio del conocimiento, simbolizada por la
Luz, nos aproximamos a esa verdad. Jamás llegaremos a conocerla porque el
ser humano en estos niveles de desarrollo no está formado ni capacitado para
ver plenamente toda la Luz que se requiere para compenetrarse con el Creador.
Pero si en la medida en que progresamos en conocimientos, sobre la base de la
libertad de pensamiento y ser verdaderamente un ser signado en su actuación por
las buenas costumbres, purificada moral en base al buen juicio, la rectitud y
la comprensión; la vida en la que construye tu templo interior y coadyuva en la
construcción de la Gran Obra, te lleva a comprender "aquello que es
evidente", la alétheia, que es el símbolo de la verdad verificada en
tu interior y que te proporciona la paz que el hecho observacional profundo
exige el verificacionismo.
Bibliografía
Martinez Echeverri, Leonor y Hugo. Diccionario de Filosofía. Editorial
Panamericana. Bogotá. Colombia. 1997. Pág. 184
Wikipedia:
Alétheia
Figura: Alétheia, el Oráculo de Delfos,
es una sacerdotisa que fue rescatada por el dios Apolo del ataque de la
viperina Pitón en las montañas de Delfos.
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