La primera ley de la termodinámica
establece: “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, este
axioma no plantea el destino final de la energía, mientras que la segunda ley, trata la tendencia hacia el desorden de la
misma.
Tener presente estas leyes de la física,
propias del mundo manifestado, nos permite comprender como se trasforma la L.·.,
en la medida en que se aleja del Oriente y se diluye en las tinieblas del Occidente.
Desarrollo
Antes de entrar en el tema, es
importante revisar el término irreversible. Veamos la definición de reversible.
Entendemos, según el diccionario de la Real Academia, en física y química
es reversible “el proceso ideal que cambia de sentido al alterarse en muy
pequeña proporción las causas que lo originan”, mientras que en mecánica “se dice de un mecanismo en que el movimiento de una de sus
partes causa el movimiento de otra, y a su vez, moviendo esta última, es
posible producir el movimiento de la primera.”
En termodinámica, el concepto de irreversibilidad
se aplica a aquellos procesos que, como la entropía, no son reversibles en el
tiempo. En termodinámica, la entropía (simbolizada como S) es la magnitud
física que mide la parte de la energía que no puede utilizarse para producir
trabajo. También es la medida del desorden de un sistema. Una masa de una
sustancia con sus moléculas regularmente ordenadas, formando, por ejemplo, un
cristal, tiene entropía mucho menor que la misma sustancia en forma de gas, con
sus moléculas libres y en pleno desorden.
Revisado estos conceptos, la segunda ley
de la termodinámica establece que siempre que la energía se transforma, tiende
a pasar de una forma más organizada y concentrada a otra menos organizada y más
dispersa. En pocas palabras, cada vez que hay transferencia de energía, una
parte deja de ser útil o se dispersa.
Visto así, la primera ley de la
termodinámica nos permite contabilizar la energía en un sistema ecológico,
inclusive macro, como el Universo; identificando de donde viene y hacia dónde
va. Y la segunda ley nos indica que, cuando la energía fluye a través de un
sistema ecológico, cada vez es menor su capacidad para producir trabajo.
Sobre esta base se han desarrollado
teorías las cuales sostienen que el caos es el destino final de la evolución.
Igualmente lo contrario, ya que la naturaleza está repleta de ejemplos en los
que el orden surge del caos, desafiando así la segunda ley de la termodinámica.
Aunque esta materia es bastante compleja, haremos una aproximación a los fines
de tener herramientas que nos ayuden en el análisis.
La tendencia hacia el desorden
En anteriores párrafos hicimos
referencia sobre conjeturas que predicen que el destino final del Universo es
el caos. Sostienen sus afirmaciones sobre la base del enunciado esbozado en la segunda
ley de la termodinámica.
El punto es que organismos biológicos
como el hombre, en sí mismo, y con sus maquinarias pueden transformar el
desorden en orden. Lo que pareciera contrariar el enunciado de la Ley. Pueden
organizar sustancias difusas procedentes del ambiente. Esto es cierto en casos
particulares o aislados. Pero cuando el ecólogo observa el macro, el tema
adquiere perspectivas diferentes.
El punto es la contabilidad energética
completa en el Universo y cuando se realiza el balance todo apunta hacia un
desorden, observando el sistema integro.
Pensemos por un instante la energía que
consume el hombre generada a partir del petróleo. Recordemos que el origen de
estos hidrocarburos son los residuos fósiles almacenados por miles de años. Las
maquinas transforman el combustible en energía que mueven motores, producen
electricidad, encienden bombillas, lo que al final se puede reseñar como
energía concentrada. Hemos pasado del desorden al orden. Pero al consumirse
dicha energía, esta se transforma en calor. Bien sea en la combustión de la
gasolina en un vehículo o en la incandescencia de una lámpara o en cualquier
proceso en el cual se utiliza o trasmite energía, se produce una degradación de
la energía, en calor.
El consumo de alimentos, el caminar, en
fin, toda actividad humana requiere de energía. Igual las maquinarias para su
funcionamiento. Finalmente, hasta ahora, ninguna tecnología ha podido modificar
la consecuencia descrita en la segunda ley de la termodinámica: cuando se emplea
energía esta se degrada y se libera calor.
La energía proveniente del sol a través
de la biosfera, se transforma en una energía capaz de conducir reacciones y
producir trabajo; luego se degrada en calor. O sea, la energía solar pasa a ser
concentrada, utilizada y luego diluida en forma de calor.
La observación en macro de esta
tendencia permite inferir que la propensión es hacia el desorden.
Conclusión
Partiendo del axioma de que la cantidad
total de energía en el Universo permanece constante; aunado a lo anterior, la
conjetura de que la concentrada y utilizable disminuye constantemente, nos
permiten comprender, sin profundizar en los misterios de la Orden, el porqué la
orientación de muchos simbolismos, como la marcha del Ap:. y de los otros
grados; cuyo profundo significado la Ciencia masónica viene estudiando
ancestralmente y se confirman por medio de leyes de la física enunciadas en
épocas recientes. Es una demostración
fehaciente del porque nuestra marcha siempre tiene por destino final el
Oriente. Fuente de Luz, símbolo del conocimiento que nos conducen por el
sendero rumbo hacía la Verdad.
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