De padres cristianos; Orígenes nace el año 185 o
186 en Alejandría, fallece en Tiro o Cesarea Marítima, 254. Su padre, mártir,
influye al igual que su madre en la vida religiosa del joven. Orígenes,
considerado un Padre de la Iglesia, se destacó por su erudición y junto con San
Agustín y Santo Tomás, es uno de los tres pilares de la teología cristiana.
Alcanza tal grado su devoción y celo religioso que llega a emascularse.
Su producción literaria fue extensa, pero la
inmensa mayoría se ha perdido, bien por las persecuciones religiosas de la
época o por los efectos del juicio del V Concilio ecuménico (553) que consideró
hereje buena parte de la misma.
Primer gran sistema de filosofía cristiana
En su obra De principiis, expones las líneas
sobre la distinción entre las doctrinas esenciales y las doctrinas accesorias
del cristianismo señalando que “los Apóstoles nos han trasmitido con la
mayor claridad todo lo que han juzgado necesario a todos los fieles, aún a los
más lentos en cultivar la ciencia divina. Pero han dejado a los dotados de
dones superiores del espíritu y especialmente de la palabra, de la prudencia y
la ciencia, el cuidado de buscar las razones de sus afirmaciones. Sobre otros
muchos puntos, se limitaron a la afirmación y no han dado ninguna explicación,
para aquellos sucesores suyos que tengan pasión por la sabiduría puedan
ejercitar su ingenio.” Orígenes pone de bulto la obligación de seguir la
palabra de los Apóstoles y aquellos que tengan la “sabiduría” deben
adelantar la investigación necesaria, inspirada por la palabra y en el
ejercicio de la razón. A ello se dedica Orígenes, quien realiza un trabajo
exegético de los textos bíblicos, escudriñando en significados velados y
justificando verdades reveladas.
Orígenes diferencia un triple significado de las
escrituras: El somático, el psíquico y el espiritual, que los relaciona con el
cuerpo, el alma y el espíritu. Para nuestro personaje, el significado
espiritual o alegórico es el más importante y tiene prelación sobre cualquier
otro.
Esta distinción en las Sagradas Escrituras es el
gran paso de la fe al conocimiento. Aquí Orígenes afirma la superioridad del
conocimiento, que comprende a la fe. Profundizando en la fe, los apóstoles
llegaron al conocimiento y después han progresado en el conocimiento y llegado
a ser capaces de conocer al Padre. La fe misma, por una exigencia interior,
busca sus razones y se convierte en conocimiento. La educación para el
conocimiento permite al hombre su retorno gradual a la vida espiritual, la que
gozaba en el mundo inteligible en el acto de la creación. Por sobre el
Evangelio histórico hay un evangelio perenne que vale en todas los tiempos del
mundo y pocos tienen la posibilidad de conocer, siendo un complemento de las
verdades reveladas en el Evangelio histórico.
Rechaza el antropomorfismo del Viejo Testamento
Dios es espíritu. Su naturaleza homogénea,
indivisible y absoluta no puede considerarse como el todo ni como una parte del
todo, porque el todo está compuesto de partes: El término pitagórico mónada es
utilizado para revelar la unidad de Dios, al igual que el vocablo neoplatónico
de éneada, que expresa la singularidad de Dios.
La sustancia participa de Dios y no al contrario.
Dios no participa de nada. Decir que Dios tiene forma humana y tiene pasiones
como las humanas, es la mayor de las impiedades. La perfección es la
característica de Dios. Puede hacer todo lo que no sea contrario a su
naturaleza, pero no puede cometer injusticias porque es contrario a la divinidad
y a su potencia divina. Dios es vida absoluta, en su inmutabilidad.
Dios es el bien en el sentido platónico. El es
depositario de la bondad absoluta; el Logos es imagen de la bondad de Dios,
pero no es el bien en sí.
La educación es providencia divina
La providencia divina es educar a los seres humanos
y compara la acción de Dios a la de un educador o de un médico que impone
sanciones para corregir o sanar: “Si Dios fuese solamente bueno y no fuese
severo, nosotros despreciaríamos su bondad; si fuese solamente severo sin ser
bueno, nuestros pecados nos conducirían a la desesperación”.
El Logos
El Logos es coeterno con el Padre, pero no es
eterno en el mismo sentido. La eternidad del Hijo depende de la voluntad del
Padre. Dios es vida y el Hijo recibe la vida. El Padre es el Dios, el
Hijo es Dios.
El Espíritu Santo es creado a través del Logos, no
directamente por Dios. Para Orígenes el Espíritu Santo es una fuerza religiosa
sin tarea propia.
La formación del mundo sensible y el retorno a Dios
Influido por Platón y los gnósticos, especialmente
Valentino, explica la formación del mundo sensible por la caída de sustancias
inteligibles que residen en el mundo inteligible. Las inteligencias incorpóreas
que conforman el mundo inteligible son creaciones que gozan de libre albedrío y
por lo tanto sujetas a cambio. Su caída ha sido producto del rechazo hacia el
esfuerzo que significa la práctica del bien. Estas inteligencias incorpóreas
creadas libres han procurado el mal, que es ausencia de bien. En la medida que
nos alejamos del bien, caemos en el mal.
Orígenes insiste en la libertad del acto que ha
provocado su caída. Aquí difiere del gnosticismo. El mismo demonio no es malo
por naturaleza, sino lo es por su voluntad. La caída es un acto libre de
rebelión contra Dios en que participaron todos los seres suprasensibles, con la
excepción del Hijo de Dios. Su primer resultado es la transformación de las
inteligencias en almas, más o menos luminosas, más o menos tenebrosas, de acuerdo
a la culpa original.
El segundo grado de la caída es el revestirse de
cuerpo. Se descubre el mundo visible con la variedad y multiplicidad de seres
que lo constituyen. Así se forman almas de los cuerpos celestes, etéreos,
luminosos, sutiles. Otras inteligencias se convierten en ángeles, a los cuales
Orígenes les da los nombres bíblicos de tronos, potestades, dominaciones, entre
otros, destinados a ser los enviados de Dios cerca de los hombres. Otras “descienden
hasta la carne y la sangre” y se convierten en hombres. Y ya las últimas,
se transforman en demonios.
El mundo sensible, tridimensional, visible, es la
caída y degeneración del mundo inteligible y de las puras esencias racionales
que lo habitan.
Orígenes admite una pluralidad de mundos pero
ninguno es repetición de otro. Esa repetición no puede ser por la libertad del
hombre. Al darse una indeterminada sucesión de mundos se llegará al fin: el
mundo visible volverá al invisible. Los seres racionales habrán expiado su
pecado original y llegará la perfección y la salvación final. Para esto es
necesario transitar una serie de vidas sucesivas en los diversos mundos. Luego
de esto, serán restituidos a su condición primitiva y se encontraran y
conocerán a Dios.
Este planteamiento de Orígenes ha sido objeto de
confrontación. Algunos parten de la idea que era partidario de la
reencarnación, tal como lo afirma el teosofista Geddes MacGregor (1978), otros
consideran que Orígenes era contrario a la doctrina ya que conocedor del
concepto a partir de la filosofía griega, afirma que la transmigración
"...es ajena a la Iglesia de Dios, no enseñada por los apóstoles, y no
apoyada por las Escrituras".
La misión del Logos
El Logos es para Orígenes, al igual que para los
estoicos, el orden racional del mundo, la fuerza que determina su unidad y lo
rige. El Logos es distinto al Padre “por la esencia y el sustrato”, mas
es la imagen y reflejo de Dios. Por esta naturaleza subordinada ha recibido la
misión de penetrar en la obra de la creación y motivarle orden y belleza.
El Logos vive en los hombres, por lo tanto todos
participan de Él. Sin desnaturalizarse el Logos se adapta a los seres humanos,
se reviste de formas variadas, según quien se acerque a conocerle, o sea, según
su disposición y capacidad de progreso. Recordemos la tesis de Orígenes sobre
el conocimiento y la educación. El Logos
es la fuerza inmanente que diviniza al hombre y al mundo.
Hay un punto importante en el tema: en la medida en
que el Logos se acerca al hombre para volverlo a conducir a la perfección
originaria, se aleja del Padre. De allí que se justifica su encarnación,
apropiándose de un cuerpo mortal y un alma humana. Aquí hay que tener presente que ni el cuerpo ni el alma tomadas son
divinos, solamente el Logos, que permanece inmutable en su esencia y no sufre
nada de lo que le ocurre al cuerpo y al alma de Cristo. Esto no significa
que el cuerpo y el alma de Jesús no constituyan una unidad absoluta con el
Logos.
El hombre
El hombre es para Orígenes una sustancia racional,
una inteligencia que, con la caída, se convirtió en alma. El alma, que es
intermedia entre la inteligencia y el cuerpo, es susceptible del bien y el mal,
mientras que la inteligencia, como pura vida espiritual, es refractaria al mal.
Plantea que siendo la caída del ser humano un acto
de libertad, así será su retorno a Dios. Reivindica la libertad como un don
fundamental de la naturaleza humana que le permite el libre albedrío de acuerdo
a la razón.
La educación, al igual que piensa Clemente, es la
vía para la redención del hombre: “Jesús aleja nuestra inteligencia de todo
aquello que es sensible y la conduce al culto de Dios, que reina sobre todas
las cosas”.
La
educación del hombre como retorno gradual a la condición de sustancia
inteligible se verifica escalando los diversos grados de conocimiento. Del
mundo sensible, el ser humano avanza hacia la naturaleza inteligible, que es la
del Logos y del Logos a Dios. El Logos que es sabiduría y verdad, por ende, es
el único camino para llegar a Dios. Cuando se realice este retorno, la
apocatástasis se habrá realizado (ver nota infra).
Conclusión
Orígenes fundamenta su elaboración sistemática de
filosofía cristiana en el platonismo y el estoicismo, pero adaptando con gran
equilibrio la doctrina platónica de la caída y la de redención de los seres
espirituales y, de parte de los estoicos, la doctrina cosmológica.
Orígenes sostiene temas de gran controversia: el
Logos es en su naturaleza subordinado a Dios Padre. El Espíritu Santo subordinado
al Logos en su naturaleza y función. El sacrificio de Cristo no encuentra una
propia y verdadera justificación. Excluye explícitamente la resurrección de la
carne.
Introduce la relación entre la redención y el
destino de la humanidad entera, la cual, tras la caída, debe volver a la vida
espiritual. Igualmente por primera vez se une la suerte de la humanidad a la
suerte del mundo. Afirma por primera vez la exigencia de la libertad humana que
se había perdido en todas las elaboraciones que colocan al hombre como el
sujeto pasivo de la obra redentora de Cristo.
Nota:
La palabra apocatástasis aparece una sola vez
en el Nuevo Testamento y concretamente en Hechos 3,20 ss.:
“para cuando vengan por disposición del
Señor los tiempos de consolación y envíe al mismo Jesucristo que os ha sido
anunciado, el cual debe ciertamente mantenerse en el cielo hasta los tiempos de
la restauración de todas las cosas de que antiguamente Dios habló por
boca de sus santos profetas.”
Dicha perícopa (pasaje de la Biblia)
pertenece al sermón de San Pedro a los judíos en el que se acentúa la esperanza
mesiánica de una nueva creación; todas las cosas serán renovadas y reinará un
orden perfecto y definitivo conforme al plan de Dios.
Bibliografía:
*- Abbagnano, Nicolas. Historia de la Filosofía. 2da edición. Montaner y Simon, S.A.
Barcelona, España 1964
* Blázquez Marinez, José María. El Nacimiento del Cristianismo.
Editorial Síntesis. Madrid, España 1996
*- Cesárea, Eusebio de. Historia Eclesiástica.
Tomo I. Editorial CLIE. Traducción del griego por George Grayling. Notas por
Samuel Vila. Barcelona. España. 1988
*- González, Justo L. Historia del Cristianismo. Tomo I. Editorial Unilit Miami,
Fl. U.S.A. 1994
*- González, Zeferino (1831-1894) Historia de la
Filosofía.
http://www.filosofia.org/zgo/hf2/index.htm
*- Kranz, Walter. Historia de la Filosofia Griega. Tomo I. 4ta edición. 1ra en
español. UTEHA. México. 1962
No hay comentarios:
Publicar un comentario