El
masón se debe constantemente
interrogar sobre lo que se le presente o instruya. Debe ser su condición
permanente. De allí la importancia de trabajar el principio de la
causalidad.
Desarrollo
Según el Diccionario de Filosofía del venezolano
Hernán Albornoz, se entiende por principio la “explicación última del
sentido de algo”(1) Por causa se deduce que “es todo
principio del ser del cual depende de alguna manera la existencia de un ente
contingente.”(2), el autor nos ilustra con el ejemplo de la
semilla, la cual es causa del árbol. Finalmente, se llama causalidad a “la
relación establecida entre dos cosas, en virtud de la cual la segunda es
unívocamente previsible a partir de la primera.”(3).
Vista las
definiciones de términos, pasemos a la ley de causa y efecto, entendiendo que nada
de lo que ocurre en la vida, en las personas, en las cosas, sucede espontáneamente.
Todo tiene una causa y toda causa produce un efecto, eso tanto en lo físico
como en lo espiritual. De allí que el principio se plantea, según El Kybalion, de esta forma: "Toda
causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con
la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida;
hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley"(4)
Todo lo que ocurre se ha formado en algún
momento, presente o pasado; en nuestra vida o en vidas pasadas. Aquí se
menciona un tema que no podemos abordar por espacio y profundidad, pero que no
escapa a la investigación permanente que debe hacer el Mas:., como lo es la
reencarnación.
En principio, es agradable saber que nuestras
acciones favorables en función de construir nuestro templo interior de virtud,
generan energías propicias, vibraciones positivas que benefician egregores de
paz y progreso individual; para la familia, para la Gran Logia Universal,
fundamento de la humanidad.
La ciencia ha venido “descubriendo” algo que
los estudios masónicos conocían desde hace generaciones. Por ejemplo, la
genética demuestra la influencia en
nosotros de nuestros padres, abuelos,
bisabuelos y pare de contar. Visto así, hay algunas preguntas que nos
debemos hacer: ¿Cuántos planos de causación existen? ¿Cómo corregimos las
desviaciones que en el plano espiritual hemos heredado? Y, así como estas,
infinitas interrogantes que hemos de hacer y encontrar respuestas en diversos
textos que nos procuren y en la experiencia de los QQ.·. HH.·., siempre
con el claro sentido no dogmático, porque somos libre pensadores. Igualmente, nuestra condición de libre pensador nos permite cuestionar esas
respuestas hasta llegar a la que satisfaga una triple exigencia: personal, a la
masonería y a la sociedad; condiciones sine
qua non para que una premisa sea considerada verdaderamente masónica, como
testifica el Q.·. H.·. hoy en el Or.·. Et .·. Pedro
Acosta, de la Resp.·. Log.·. Gual y
España N° 243, al Or.·. de Venezuela.
Volvamos al tema de la causa y nos
encontramos que, profanamente, la entendemos como aquello que ha producido ese
algo y, segundo, aquello para lo que existe ese algo, a lo cual tiende o puede
llegar a ser. Es lo que Aristóteles definía como casusa eficiente y causa
final, respectivamente. Para el griego, las causas “son los posibles sentidos en que se puede preguntar por qué.”(5),
que mejor lección para el Mas.·.
Continuando con Aristóteles, el filósofo
señala que para entender cualquier cosa hay que revisar cuatro aspectos
fundamentales: los dos ya precitados de causa eficiente y causa final, y dos
referidos, uno, sobre aquello de lo que está hecho algo y, finalmente, aquello
que un objeto es; lo que llama causa
material y causa formal, respectivamente. Estas causas material y formal son
intrínsecas, pues estos principios descansan en el propio sujeto, ente o cosa;
y la causa eficiente y la final son extrínsecas, pues se trata de principios
exteriores al sujeto, ente o cosa.(6)
De su lado, el también filósofo griego
Platón ya había trabajado el tema distinguiendo entre causas primeras o
inteligibles, que son las ideas; y las causas segundas o sensibles y eficaces,
o sea, las de la materia sensible.(7) Si colocamos las causas segundas en el Occ.·.,
en virtud de su multiplicidad y las causas primeras o inteligibles en el Or.·.,
por su unicidad, encontramos una clara analogía de interés para nuestros
estudios masónicos.
A lo largo de la Historia de la Filosofía
encontramos que el tema de la causa es abordado recurrentemente. La causa
original es objeto de preocupación de pensadores, incluyendo teólogos. Masónicamente se encuentra en el Or.·. y se
identifica con el G.·. A.·. D.·. U.·. En el Or.·. se localiza el ángulo del cual parten dos líneas
distintas que en la medida que se alejan de su origen, representan
multiplicidad de imágenes, característica del mundo sensible. El punto donde
parten las líneas corresponde al Mundo de la Verdad, la Realidad, donde todo
permanece en estado de Unidad Indiferenciada, Invisible e Inmanente. Las líneas
se orientan hacia el Occ.·., donde impera la multiplicidad, la realidad
sensible, es el imperio de la dualidad y sus intermedios.(8)
Conclusión
El Mas.·. tiene la obligación de emprender el
camino de superación espiritual, ascendiendo por la vertical de la cruz, que
representa la energía positiva, que conduce hacia el Or.·.. De no hacerlo, no
tiene sentido haber ingresado en la hermandad y si alguna agenda oculta tiene,
la misma se colocará a descubierto en la medida que el proceso de indagación,
que se profundiza en el tiempo, demuestre que no está hecho para transitar
sobre los pares opuestos del suelo masónico.
La palabra griega maietike significa el arte de los partos, de allí proviene la vieja mayéutica socrática, con sus
interminables preguntas que hacen “parir” la verdad. Que existe una Causa
Primera. Que las cosas tienen sus aspectos intrínsecos y extrínsecos. Que viene
de una idea, que son efecto de una causa y que al mismo tiempo se transforman
en causa de nuevos efectos. Que intervienen en nuestras vidas; que contribuyen
a generar energías, positivas y negativas, que son complejas; que nosotros
debemos “parir” el camino de nuestra superación, con la ayuda de los QQ.·. HH.·., pero
siempre somos nosotros, en nuestro ser, allí donde se construye nuestro muy
personal Templo, que se transforma en piedra labrada para coadyuva en la labor
de la Gran Logia Universal, para Gloria del G.·. A.·. D.·. U.·.
S:. F:. U:.
Nota; esta plancha fue burilada en el mes de mayo del 2014 (E.·. V.·.)
Notas y bibliografía
1)
Albornoz,
Hernan. Diccionario de Filosofía.
Vadel hermanos editores. 1990. Valencia, Venezuela.
2)
Idem
3)
Idem
4)
El
Kybalion
5)
Martínez
Echeverri, Leonor; Martínez Echeverri, Hugo. Diccionario de Filosofía. Panamericana editorial. 1997. Bogotá.
Colombia.
6)
Idem
7)
Idem
8)
Lavagnini,
Aldo. Manual del Aprendiz Mason.
Editorial Kier. 8va edición 1992 Buenos Aires, Argentina.
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