“Nadie entre aquí si no conoce Geometría”
Inscripción en el atrio de la Academia de Platón

martes, 1 de enero de 2019

El pavimento de mosaico


Nos dice Aldo Lavagnini, en su Manual del Aprendiz Mason, que al ingresar al Taller “a tres pasos de la puerta, que se encuentra al Occidente, están situadas las dos columnas B.·. y J.·., emblema de los dos principios y de los pares de opuestos que dominan el mundo visible. La actividad combinada de estos dos principios aparece manifiestamente en el pavimento de mosaico en cuadros blancos y negros, que se extiende desde la base de las columnas hacia el Oriente…”(1)
Toda una simbología se nos presenta cuando ingresamos al Taller: parado y al orden, luego tres pasos al frente iniciando con el pie izquierdo, observando lo imponente del Templo, representación del Universo, en el cual el pavimento de mosaico, ocupa el espacio intermedio entre el Cielo o Cenit y el Nadir o inframundo. En su entorno, una serie de disposiciones en las cuales en algunas de ellas se ubican los QQ.: HH.:, mas todas, absolutamente todas, tienen un significado importante en la representación del cosmos, su armonía, leyes y su utilidad en la construcción del Templo interior del masón.
En el Taller abordamos el complejo tema de la situación del ser humano con respecto al conocimiento y para ello nos auxiliamos con el Mito de la Caverna de Platón: el mundo sensible, que es percibido a través de los sentidos y el mundo inteligible, el cual sólo podemos lograr mediante el uso exclusivo de la razón. Esa dualidad, como el pavimento de mosaico, ratifica el principio de los pares opuestos, indicándonos, entre otras enseñanzas, que al estar nosotros en sociedad tenemos la tentación de quedar atrapados en el conocimiento profano, diverso, de la multiplicidad, propio del mundo sensible, si no profundizamos en el conocimiento que la Ciencia Masónica nos ofrece, al nivel de nuestro grado.
Desde la Iniciación nos instruimos en el principio de la polaridad: todo tiene su par opuesto como nos enseña el Kybalion (2), de la dualidad inherente a las acciones y reacciones de las energías bipolares que determinan toda manifestación, lo cual es ley regente del Universo; que dicho aprendizaje se logra mediante el trabajo simbólico, siendo muestra de ello la bebida dulce y amarga, el pavimento mosaico, entre otras pruebas y ritos, teniendo siempre presente que como Ap:. soy al mismo tiempo obrero y materia prima. Soy la piedra bruta emblemática en estado imperfecto de desarrollo y en la medida que sepa interpretar las baldosas blancas y negras del mundo profano, de acuerdo a los dictados de la Luz del G.: A.: D.: U.: podré avanzar en mi mismo, trabajando en el interior de mi conciencia, en función de conciliar esas mismas energías, lo que procura el nacimiento de una nueva realidad espiritual que se traduce en perfección interior. Esa Luz llega tenuemente en la Columna Norte, donde en nuestra condición de Ap.: nos situamos; he allí otra enseñanza, ya que salir de la obscuridad y encontrarse de un pronto con el brillo de la sabiduría, sólo genera ceguera y devolvería al Iniciado al mundo profano, lleno de dudas e incomprensión. Por ello es que la educación masónica contempla el grado de aprendiz como quien enseña a un joven, que en este caso también incluye la infancia. De allí que se tiene tres años de edad, porque, simbólicamente, requiere de ir avanzando con acompañamiento y, en la medida en que el Ap:. progresa, siente la tentación de cabalgar sobre la simpleza para satisfacer deseos inmoderados, lo que puede devenir en pasiones que, lejos de construir el templo interior, lo sumerge en una lúgubre existencia dedicada, aún inconscientemente, al reino de la oscuridad. Por ello la importancia del acompañamiento, la guía de los QQ.: HH.: VVig.:, V.: M.: y de los QQ.: HH.: en general.
La enseñanza masónica nos instruye que debemos caminar entre las fuerzas polarizadas de lo sutil y lo mundano. Que estar al orden, ese mandato a que nos llama el V.:M.: en el Taller, significa, entre otras cosas, el estado de alerta permanente que interiorizamos para actuar en la vida, de acuerdo a los valores que practicamos como parte de nuestro ser, en la Log.: de San Juan. Que desechamos las supersticiones, las que facilitan hacernos de ideas con falsas interpretaciones, que al final nos atormentan como a cualquier profano; repudiamos el fanatismo, que satisface un sentimiento, pero que engendra odio y malicia contaminando el alma; sepultamos el exhibicionismo y la ostentación, que distingue la conducta orgullosa, cuyo único logro es ubicar al individuo en un fatídico camino hacia la oscuridad; contrario al de la Luz, de la Sabiduría, que es la senda correcta, la del G.: A.: D.: U.:
La vida, con sus vicisitudes, es un libro enigmático: puede admitir varias interpretaciones de acuerdo a la formación de quien lo lea y, por supuesto, del nivel de conciencia que haya alcanzado, conciencia que entendemos según su significado del Diccionario de la Real Academia Española, como “propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta (3). El pavimento de mosaico nos recuerda permanentemente las páginas variopinta de la vida, pero que sobre él se encuentra el Ara y las Tres Luces de la Masonería, que es el lugar donde, que con nuestro juramento, cambió totalmente nuestra vida ya que ahora leemos en un libro donde las paradojas no son tales, porque la educación masónica, con sus emblemas, alegorías y símbolos, te preparan para desbastar la piedra grosera que somos, jamás permitir que las pasiones sepulten la energía del constructor, edificar mi templo interior, y hacerme digno de ocupar el lugar que me destine el G.: A.: D.: U.:    
Para finalizar, debemos tener presente que la dualidad que hemos venido señalando es aplicable a la realidad relativa del mundo profano, fuera del Templo. Los mosaicos tienen un punto de encuentro en la tenue línea que los separa o los une, que es la misma que separa o une lo manifestado con lo in-manifestado, el juicio de la caverna con el de la Luz y, de nosotros depende, transitar el camino hacia el inicio, que allí se encuentra el punto, el Uno, el verdadero conocimiento, el del G.: A.: D.: U.: 
Ap:. 16 julio, 2018   



Bibliografía y notas:
1)      Lavagnini, Aldo. Manual del Aprendiz Mason. Editorial Kier. 8va edición 1992 Buenos Aires, Argentina. Pag 126
2)      El Kybalion
3)      DRAE. Vigesima segunda edición.Tomo I RAE 2001 pág. 613



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