R
Racionalismo.
Concepción filosófica para la cual el fundamento del conocimiento reside en la
razón, ya no como una realidad inteligible existente en la conciencia, sino
como un conjunto de evidencias o verdades eternas.
Razón. Del latín
"ratio", término con el que
Cicerón tradujo el griego "logos"
(que significaba, entre otras cosas, tanto "cálculo" como "discurso",
significados que adoptará también "ratio").
Por "razón"
se entiende, en general, aquella "facultad"
o capacidad humana por la que se alcanza el conocimiento discursivamente, esto
es, partiendo de premisas para llegar a alguna conclusión, o conclusiones, que
se derivan de aquellas. La razón se asimila, así, a la "diànoia" (conocimiento discursivo)
y se opone a "Nous"
(conocimiento intuitivo). En virtud de tal oposición, al ser el término "Nous" traducido por el latino
"intellectus"
(entendimiento) en autores como Kant, Hegel y en la escuela de Frankfurt, la
razón termina por oponerse al entendimiento.
S
Sabeísmo. m. Religión de los sabeos, que daban culto a los astros, principalmente al
Sol y a la Luna. Los caldeos fueron sabeístas, adoradores de astros y de los
cinco planetas: Ninip (Saturno), Marduk (Júpiter), Nergal (Marte),
Ishtar (Venus) y Nabu (Mercurio). Otros dioses astrales fueron Ashmún,
Kummut, el dios Luna, Sin (el viejo Nannar de Ur); Asmas
(el Sol); Adad (dios-atmósfera); y como tríada sucesora, Sin
(Luna), Sam (Sol) y Vul (aire). Los terafím son de origen
caldeo, cuyo idioma integra el grupo de los llamados semítico.
Sensible. En su acepción metafísica, lo
sensible remite, en los filósofos griegos en general y en Platón, en
particular, a la realidad que es objeto de la sensibilidad, a lo que puede ser
captado mediante los sentidos. Así, Platón llama realidad sensible a los
objetos del mundo, en general, a las cosas, en contraposición a la realidad
"inteligible", a la Idea,
refiriéndose a ellos como dos "modos de ser" distintos y
contrapuestos.
El término tiene también una acepción gnoseológica,
entonces hablamos de conocimiento sensible para referirnos al conocimiento que
se puede obtener a través de los sentidos, oponiéndose, en este caso, al
conocimiento inteligible.
Es frecuente, en los sistemas filosóficos que recurren
a dicha distinción, que ambos términos sean utilizados ya metafísica, ya
goseológicamente, según el contexto.
Sensismo. Término que se aplica a los
sistemas filosóficos que reducen el conocimiento a la sensación, sin que
consideren que sea necesario otro principio o fundamento no sensible para
explicar el contenido y el acto de conocer.
Esta posición fue defendida en la filosofía griega por los sofistas y los estoicos. En la filosofía moderna lo fue por Hobbes y Gassendi, siendo ampliamente desarrollada por B.E. Candillac, cuyo punto de vista tuvo una fuerte repercusión entre los ilustrados. Se suele denominar esta posición más habitualmente como "sensualismo".
Esta posición fue defendida en la filosofía griega por los sofistas y los estoicos. En la filosofía moderna lo fue por Hobbes y Gassendi, siendo ampliamente desarrollada por B.E. Candillac, cuyo punto de vista tuvo una fuerte repercusión entre los ilustrados. Se suele denominar esta posición más habitualmente como "sensualismo".
Ser. La noción de ser es una de las más complejas que
podamos encontrar en filosofía. Podemos distinguir dos usos del
término "ser": un uso como verbo y otro como sustantivo. En cuanto
verbo, tendría una función meramente copulativa al relacionar un sujeto con un
predicado, función que, al no haber sido observada convenientemente, fue causa
de muchos malentendidos. En la historia de la filosofía ha prevalecido,
preferentemente, su consideración como sustantivo, como nombre abstracto,
adquiriendo un valor existencial, absoluto, que ha sido objeto de distintas
especulaciones metafísicas.
En esta última acepción, como nombre abstracto,
podemos considerar de un modo muy general que el ser (en singular) remite a
"lo que es", a cualquier
realidad individual a la que llamamos ente, y a la que consideramos un "ser", independientemente de que su
existencia sea o no física, material; pero también podemos considerar que
remite a lo que hace que una cosa sea, es decir, al elemento común que
comparten todas las cosas que son, de las que decimos que "tienen ser", y en este sentido
consideramos al ser como el fundamento último de la realidad. En este sentido,
es el objeto de estudio tradicional de la metafísica, el estudio "del ser en cuanto tal",
considerando que el ser es la categoría suprema de la realidad, o que es algo
más que una categoría de la realidad, a la que necesariamente han de referirse
todos los seres que existen.
Son muchas las interpretaciones del ser, a lo largo de
la historia de la filosofía, de Parménides a Heidegger. Y también las críticas
a dichas concepciones, entre las que destacan, entre otros, las de la filosofía
analítica y el positivismo lógico, que consideran esas elaboraciones como el
resultado de equívocos lingüísticos.
Ser-en-sí. Expresión que en la filosofía
existencialista de J. P. Sartre, designa uno de los niveles de ser: el ser de
las cosas, la realidad no humana, la realidad que se muestra o se aparece a la
conciencia. En la medida en que el ser-en-sí no es más que una manifestación,
algo que se muestra, puede ser objeto de una descripción fenomenológica, de la
que se sigue que posee algunas características radicales, como que es increado,
opaco y macizo.
Ser-para-sí. Expresión que en la filosofía
existencialista de J. P. Sartre, designa uno de los niveles de ser: el ser de
la conciencia; es decir, aquello que hay de no-objeto, de humano, en la
persona, por contraposición a su realidad "cosificada". En la medida
en que el ser-para-sí no es una cosa, se opone al ser-en-sí, por lo que no
siendo esto ni aquello, no poseyendo una esencia prefijada, ha de dotarse de su
propia esencia, ha de hacerse, lo que exige la libertad, que resulta ser la
condición fundamental del "ser-para-sí",
del ser humano.
Sincretismo. Del griego "sygkretismós". Término con el que
nos referimos a la doctrina que intenta combinar o conciliar teorías que se
consideran opuestas o antagónicas, dando lugar no a una síntesis, sino a una
yuxtaposición artificial y forzada de las mismas. El término se aplica tanto en
filosofía como en religión (de hecho, fue usado por primera vez para referirse
a los intentos de conciliar el catolicismo con el protestantismo).
Sindéresis. Del griego "syntéresis" (discreción) que
deriva, a su vez, de "syntéreo"
(estar atento, observar) el término sindéresis se refiere a la capacidad del
alma para distinguir el bien del mal, para captar y reconocer los primeros
principios morales.
Hoy en desuso, el término fue utilizado por los
filósofos escolásticos para defender que el ser humano, en general, está
capacitado para reconocer el bien (al que daban un valor absoluto) y
distinguirlo del mal, de un modo intuitivo (por naturaleza, pues), del mismo
modo que está capacitado para reconocer los primeros principios del
razonamiento, como el principio de no contradicción.
Sofisma. Del griego "sophisma" (artificio, razonamiento
capcioso). Se denomina sofisma a un argumento falaz con el que se pretende
defender algo falso y/o confundir al adversario en el diálogo o discusión.
Solipsismo. De la expresión latina "solus ipse" (sólo uno mismo, sólo
yo). Término con el que se designa toda doctrina según la cual resulta
imposible ir más allá de la propia conciencia (o de los contenidos de
conciencia) por lo que resulta imposible conocer algo más que el propio "yo", al que se considera la única
realidad evidente y absoluta.
Es típica al respecto la posición defendida por
Berkeley, en quien alcanza una dimensión metafísica; en Descartes, sin embargo,
tiene una dimensión meramente metodológica, carácter con el que podemos
reencontrarlo en E. Husserl.
Sophia. Palabra griega que significa tenencia del
conocimiento de lo que es más esencial e importante, que distingue al más
sabio; que integra el origen etimológico de la palabra Filosofía.
Soteriología. Doctrina referente a la salvación en el sentido de la
religión cristiana.
Superstición. Creencia o práctica que por lo general es considerada como un hecho
irracional resultado de la ignorancia o el miedo a lo desconocido. Implica una
creencia en fuerzas invisibles y desconocidas sobre las que es posible influir
a través de ciertos objetos o ritos. La magia negra o hechicería, la brujería
y, en general todo lo oculto, se consideran a menudo supersticiones. Entre los
ejemplos de superstición más comunes se incluye la creencia de que la mala
suerte caerá sobre aquel que se cruce con un gato negro o que quien pase por
debajo de una escalera sufrirá una desgracia. Los amuletos de la buena suerte,
como herraduras de caballo, colas de conejo, monedas, relicarios y medallas
religiosas, se guardan o usan para alejar el mal o atraer la buena fortuna.
Las prácticas y las creencias supersticiosas son
comunes en situaciones que implican un alto riesgo, azar o incertidumbre, así
como en momentos de tensiones o crisis tanto personales como sociales, cuando
los acontecimientos parecen escapar al control humano. Sin embargo, definir lo
que es o lo que no es supersticioso es una cuestión relativa. Las creencias de
una persona pueden ser supersticiones para otra. Todas las creencias y
prácticas religiosas pueden ser tachadas de supersticiones por los no
creyentes, mientras que los líderes religiosos condenan con frecuencia
determinadas prácticas populares poco ortodoxas, calificándolas de parodias
supersticiosas de la verdadera fe.
Sustancia. El término sustancia (o
substancia), procede del latino "substantia"
que es, a su vez la traducción del griego "ousía". Su significado más general es el de "fundamento" de la realidad
(significado que adquiere ya de forma clara con Aristóteles) "lo que está debajo", lo que "permanece" bajo los fenómenos, lo
"subsistente", pues.
En cuanto tal, la sustancia es ante todo sujeto, lo
que tiene su ser en sí, y no en otro, sirviendo por lo tanto de sustrato en el
que "inhiren" o se instalan
los accidentes, las formas de ser que no son sujeto, sino que se dan en un
sujeto (en la sustancia).
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