Teísmo. Del griego "Theós"
(dios). El término se aplicó a las doctrinas que defendieran simplemente la
existencia de dios, independientemente de que se le dotase o no de determinados
atributos; pero a finales del siglo XVII el término teísmo fue adquiriendo un
uso más restringido para referirse a cualquier doctrina filosófica o religiosa
que afirma la existencia de un dios personal, trascendente, creador y
providencial, en oposición al término "deísmo",
que se aplicó a las doctrinas que defendían la existencia de dios como un principio
de la realidad del que no es posible alcanzar ningún otro conocimiento o
determinación.
Teleología. Del griego “télos” (fin) y “logos”
(discurso, tratado). El término se utiliza con el significado de "explicación de algo por medio de las causas
finales", y se aplica a aquellas teorías o interpretaciones de la
realidad (a las que se llama teleológicas) que se basan en el recurso a las
causas finales, en lugar de hacerlo simplemente recurriendo a las causas
eficientes, lo que supone afirmar que la realidad tiende, por su propia
naturaleza o esencia, hacia algún fin prefijado, que todo ocurre con algún
propósito o intención.
Aunque la aparición del término es relativamente
reciente, la idea de explicar la realidad apelando a cusas finales la podemos
encontrar ya en Anaxágoras, Platón y Aristóteles, así como en la mayoría de
filósofos escolásticos. A tal explicación teleológica se opondrá la ofrecida
por filósofos como Demócrito de Abdera, en la antigüedad, y Descartes y Galileo
en la época moderna, conocida con el nombre de causalismo (o mecanicismo), y
que se basa en el recurso a causas eficientes, y no finales, como fundamento
explicativo de la realidad.
Templanza. Del latín "temperantia", la templanza es la
virtud consistente en el disfrute moderado de los placeres o bienes sensibles,
que adquiere distinto valor según los sistemas morales en los que se encuadre.
En Platón, por ejemplo, la templanza es la virtud
propia de la parte concupiscible del alma y, en armonía con el coraje y la
sabiduría, conduce al ser humano a la virtud de la justicia.
Teshuva. Hebreo. Cábala. Significa retorno, regreso; lo
componen la palabra shuvà: arrepentimiento y la letra tav: simbolizada por la
cruz que implica sufrimiento; por tanto, arrepentimiento acompañado del
sufrimiento que encierra el permanente recuerdo de los errores cometidos.
Un espíritu superior como el goel puede ayudar en estos casos.
Transcendencia - Del latín trans-ascenere (ascender,
traspasar). El concepto latino de transcendencia está tomado de la
experiencia sensible y en tal ámbito denota una relación espacial: de
superación, sobre pasar fronteras, ir más allá, etc. Sucesivamente este
concepto de las cosas materiales ha sido transferido a las espirituales y
abstractas. Así se ha podido decir que el mundo del espíritu transciende al de
la naturaleza, que Dios transciende el mundo, etc. En términos recientes en
filosofía, ha adquirido un significado técnico y se usa sobre todo para indicar
la capacidad que el hombre tiene para superarse constantemente a sí mismo en
todo lo que hace, dice, piensa y es. Es esta, de la autotranscendencia,
una de las propiedades específicas del hombre y más ricas de significado para
una comprensión de su ser profundo.
Transcendental - En filosofía este término tienen dos usos
principales, el aristotélico-escolástico y el kantiano. En la filosofía
arsitotélica-escolástica indica las propiedades fundamentales del ser, que
según algunos autores son tres: el uno, lo verdadero y el bien, según otros son
cuatro (a los tres anteriores añaden lo bello). En la filosofía kantatiana
transcendental indica las condiciones a priori del conocimiento y su estudio
(estética transcendental, analítica transcendental y lógica transcendental).
Virtud. Valor de índole espiritual que Sócrates proponía como
alternativa a la fuerza física, la riqueza, la fama y el poder; consistente en
la obtención de la sabiduría por medio del conocimiento del Bien y del Mal
hallado dentro de la propia alma y que conduce, espontáneamente, al correcto
obrar humano. Punto de referencia de la conducta humana en la concepción ética
de Aristóteles, como justo medio entre los comportamientos extremos
Yo. Término con el que nos referimos a la identidad o
unidad del sujeto. El mismo ha sido interpretado a lo largo de la historia de
la filosofía desde distintas perspectivas: cla psicológica, la gnoseológica y
la metafísica, dando lugar a distintas concepciones del mismo.
La filosofía clásica abundó en la atribución al "yo" de una realidad sustancial, de
modo que el "yo" era
considerado como una sustancia que se identificaba con el alma (tanto si esta
se concebía como algo material o como algo inmaterial) haciendo de ella el
sustrato de todas las actividades del sujeto.
Otros filósofos rechazan esta consideración
sustancialista del "yo",
negando su posibilidad misma, como Nietzsche, o considerando el "yo" como un mero complejo de
sucesivas impresiones, como Hume.
Otros consideran el "yo" como una función (una función trascendental, en el caso de
la filosofía kantiana) o como un mero epifenómeno de la actividad cerebral.
Yo personal.-
El yo inferior o perecedero, según la teosofía.
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