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martes, 25 de abril de 2017

El Medioevo y la Antropología Filosófica Masónica (III)



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La filosofía hebrea
En el periodo helenístico de Alejandría se desarrolla la escuela greco-judaica, que tiene en Filón su representante principal, mostrando su desenvolvimiento en el gnosticismo judaizante. Esta escuela representa un ensayo de conciliación entre el platonismo, el judaísmo del Antiguo Testamento, el pensamiento persa, la tesis emanatista oriental, en un sincretismo con ideas cristianas que absorbida en cierto modo por las teorías gnósticas y por la escuela neoplatónica, a las cuales suministró gran parte de sus elementos. Ambos textos exponen una tesis emanatista, parecida a la de los neopitagóricos y neoplatónicos de la época helenística.
La filosofía hebrea medieval se expresa por dos grandes corrientes: la Cábala, como un cuerpo orgánico; y los aportes personales enmarcados en la doctrina platónico-aristotélica.

La Cábala, que se resume en la palabra tradición, es una doctrina secreta que se trasmite, inicialmente, en forma oral y que luego se escritura en una serie de tratados, de los cuales el Libro de la Creación (Sèfer Yetsirà) y el Libro del Esplendor (Zòhar), se encuentran casi enteros.
La Cábala
La Cábala nos enseña que Dios es inaccesible al conocimiento humano. Los números, las sefirots, son los rayos que emanan de la luz divina y forman los seres intermedios y el mundo. La sabiduría, Sèfer, y la inteligencia, Logos, constituyen con Dios las primeras tres hipóstasis o trinidad, análoga a la neoplatónica. Siguen otras siete Sefirots: Gracia, Justicia, Belleza, Triunfo, Gloria, Fundamento y Realeza o mundo material.
Más allá del mundo material, encerrado en los límites del espacio, existe un mundo invisible que es modelo del mundo visible. Estos mundos están ligados por el amor reciproco, y tienden a acercarse, a unirse. El impulso parte del mundo inferior, la Realeza o mundo sensible, y tiende hacia los niveles superiores. El mundo superior, ama al inferior. Dios sólo ama a los que le aman.
El alma humana reproduce las tres primeras sustancias emanadas: es espíritu vital; segundo, espíritu intelectual y, finalmente, alma verdadera, que domina a las otras dos, siendo el órgano de la santidad y de las virtudes superiores.
A pesar de la clara relación entre la Cábala y las corrientes neoplatónicas helenísticas; se constituye como la tradición mística del judaísmo, lo que, finalmente, se opone a la especulación filosófica que se resume en el encuentro del hebraísmo con la filosofía propia de la época helenística.   
La escolástica hebrea: Saadia
Nace en Egipto en el año 892 y se le considera el precursor de la escolástica hebrea. Saadia plantea que la razón, a la que concede autoridad idéntica a la tradición, la razón nos enseña las mismas verdades que la revelación, pero ésta es necesaria para que el hombre pueda comprender más rápidamente las verdades que la razón, por sí misma, sólo puede llegar a conocer mediante un gran esfuerzo.
Sostiene la creación ex nihilo, que contradice la tesis cristiana de ex nihilo fit ens creatum, que sostiene que Dios crea al mundo a partir de la nada. Reconoce la libertad creadora de Dios y el libre albedrio del hombre.
Saadia refuta las categorías aristotélicas argumentando que no pueden aplicarse a Dios. Aún el estagirita no permea en la filosofía hebraica.  
Ibn Gabirol o Avicebròn
Natural de Malaga, España, nace alrededor del año 1020. Se educa en Zaragoza. La historia de su muerte es alegórica, ya que es asesinado por un musulmán y su cuerpo enterrado en una higuera, la cual da tan espectaculares frutos, que atrae la atención del rey, poniéndose a descubierto el crimen y su homicida.  
Para Ibn Gabirol todo lo que existe está compuesto de materia y forma, concepción que pone de bulto los conceptos aristotélicos. Unificadas y universalizadas, la materia y la forma no subsisten en sí sino en la mente del Creador. En la Sabiduría de Dios, materia y forma subsisten en su distinción. La creación consiste en la unión, determinada por la voluntad divina, entre la materia y la forma. Mediante ella, la forma se une a la materia determinándola y poco a poco le va comunicando determinaciones sucesivas: las cualidades primarias, la forma mineral, la forma vegetativa, la sensitiva, la racional, la inteligible. Pero el supuesto previo de esta unión de materia y forma en la cual consiste la creación, es la voluntad de Dios.
La sustancia superior genera el amor y la tendencia reciproca que tienen forma y materia de unirse, de la que ambas son participe.  Esta sustancia es el Verbo activo (Verbum agens) o voluntad de Dios: “en el ser, dice Ibn Gabirol, sólo hay tres cosas: la materia y la forma de un lado, la esencia primera, por otro, y la Voluntad, que es el medio entre los extremos”.  La Voluntad crea la materia y las formas universales y, por ende, todos los seres compuestos de materia y forma. Así como el alma está ligada al cuerpo, está ligada la Voluntad a la materia y a la forma: está disuelta en ellas y las penetra totalmente.
Ibn Gabirol admite la existencia de una serie de substancias separadas, poniendo de bulto la influencia neoplatónica: la naturaleza, las tres almas (vegetativa, sensitiva y racional), y la inteligencia. La inteligencia conoce y comprende todas las formas. El alma racional comprende las formas inteligibles y las conoce mediante un movimiento discursivo que las hace pasar sucesivamente de una a otra. El alma sensitiva percibe y conoce las formas corpóreas. La naturaleza une las partes del cuerpo, es autora de su atracción y repulsión, y las cambia entre sí. Estas sustancias a medida que se alejan de la Voluntad creadora de Dios, pierden perfección, así como el rayo luminoso que se aleja del centro que lo produce.
El tratamiento de Ibn Gabirol de la materia universal es combatido por Tomas de Aquino y utilizado por Giordano Bruno como base de su panteísmo.
Moses Bar Maomón o Moises Maimònides
Nace en Córdoba, España, el año 1135 y por su intento de conciliar la filosofía aristotélica con la religión judaica debe emigrar a África. Para él la religión y la filosofía tienen por objeto el conocimiento de Dios. Su teología es negativa, ya que se puede decir lo que Dios no es, pero no se puede decir lo que es, porque su esencia es inaccesible, mas no sus efectos.
Más allá de su teología, nos vamos a ocupar brevemente de su antropología. Así como Dios tiene libertad de Creación, el hombre tiene libertad en el campo del conocimiento como en la moral. Comparte con Avicena los rasgos esenciales sobre la doctrina del intelecto, pero la varía dejando al hombre y a su esfuerzo la verdadera iniciativa del conocimiento. El intelecto hylico es el alma racional que reside en el cuerpo, como las almas de las esferas celestes residen en los cuerpos de las propias esferas. Este intelecto hylico conduce al alma al verdadero conocimiento de las formas inteligibles por la acción del Entendimiento agente, que es uno sólo, separado de todos los cuerpos. Hasta aquí va de la mano de Avicena. El cambio se da al dejar sentada la premisa que el Entendimiento agente puede actualizar el intelecto hylico siempre que disponga de una materia preparada para recibir su expansión. Si no se encuentra convenientemente dispuesta, no podrá recibir la influencia del Entendimiento agente y no se actualizará. Para que el intelecto hylico se encuentre preparado, no requiere la intervención del Entendimiento agente, que es uno, sino la intervención de la persona.  Entendimiento agente no tiene la iniciativa del conocer, ésta es del hombre. Según la preparación que tenga su alma racional, el hombre recibirá mayor o menor medida del Entendimiento agente y logrará mayores niveles de perfección, perfección que radica en llegar a ser intelecto en acto y en conocer, de todo lo que existe, lo que le es dado conocer. El que recibe mayor emanación del Entendimiento agente en el alma racional es un sabio y se dedicará a filosofar; el que la recibe en la facultad imaginativa, es un profeta, que es la mayor perfección que puede alcanzar un hombre ya que solamente en las almas mejor dispuestas se extiende el Entendimiento agente más allá de la razón.
Maimónides cree en la libertad humana tanto en la capacidad de conocer como en la de actuar. La libertad es el principio de la acción y la condición necesaria para que el hombre sea responsable. Parte de una deducción que la providencia se ejerce teniendo en cuenta la libertad, la razón y los meritos del hombre, de modo que no se impone un orden preestablecido que despoje al individuo de su libertad.
La inmortalidad está reservada a un grupo de elegidos, pero Maimónides señala que no es una inmortalidad individual, ya que las almas humanas están diferenciadas por los cuerpos, pero cuando los cuerpos se corrompen, la diferencia entre los individuos desaparece, pues sólo queda el puro intelecto. El hombre no es inmortal por ser hombre, sino como parte del Entendimiento agente e incluso, infiere, que la intensidad de su inmortalidad es consecuencia de su participación en este intelecto como consecuencia de su elevación espiritual.


  



Bibliografía
Abbagnano, Nicolás. Historia de la Filosofía. Tomos I, II, III. Montaner y Simons, S.A. Barcelona, España. 1964.
Albornoz, Hernán. Diccionario de Filosofía. Vadel Hernmanos, editores. Valencia. Venezuela. 1990.
apuntesdefilosofia.blogspot.com
Audi, Robert (Editor). Diccionario Akal de Filosofía. Ediciones Akal. Madrid. 2004
Biblia de Estudio, La. Tercera edición. Sociedad Bíblica Colombiana. Bogotá. 1994.
González, Zeferino. Historia de la Filosofía. Tomo II. Versiòn digital.
Martinez Echeverri, Leonor y Hugo. Diccionario de Filosofía. Editorial Panamericana. Bogotà. Colombia. 1997.
Ramos, Marcos Antonio. Nuevo Diccionario de Religiones, Denominaciones y Sectas. Versión digital.
Wikipedia

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