Antonio Ashley Cooper, tercer conde de
Shaftesbury, (1671-1713), en su primera obra nos coloca rápidamente en él como
personaje: Investigación sobre la virtud
(1699) lo que nos dice que es un moralista, quien sostiene que, solamente en la
moral, puede fundarse la religión. Confía en la naturaleza humana y desarrolla
la idea de una religión natural. El deísmo deriva de la moralidad, no la
moralidad del deísmo. El concepto de armonía del universo, lo que es creación
de Dios, incluye un espíritu que marcha al unísono con el sistema del cual
forma parte. Así el ateísmo, que es negación de la armonía, introduce un
desacuerdo entre el hombre y la naturaleza, por lo que es falta de armonía, ley
fundamental de la creación divina. Lo anterior es una apretada síntesis de su
pensamiento.
Desarrollo
Shaftesbury se ocupa esencialmente del
hombre. Él, como tal, es un individuo de la Ilustración. Tiene influencia de la
escuela de Cambridge, de corte neoplatónica. También comulga con Platón y el
estoicismo. Contrario a toda superstición, igual combate el oscurantismo ascético-monacal,
el ateísmo y el mecanicismo. Su lenguaje se fundamenta en la burla y el humor,
siendo antecesor del estilo desarrollado por Voltaire. Fue un hombre
identificado con el dolor humano.
Parte del criterio de armonía entre alma
y mundo, e incluso llega a considerar que el exceso de altruismo, así como el
colosal egoísmo, altera la necesaria armonía. Pienso en las lozas blancas y
negras del Tall.·. Cada iniciativa humana es buena o mala, solamente, según la
forma como se inserta en la totalidad o la contradice. Visto así, lo
antinatural es lo que no encaja, todo lo que es excesivo. Aquí nos recuerda el
mito platónico del carro alado.(1)
El tema del mal ocupa espacio importante
en su obra. Para Shaftesbury no hay mal en el universo; y el mal aparente es
solamente producto de nuestra ignorancia. El universo es armonía compenetrado
con un espíritu universal que revela en todas partes su bondad. De allí que es
blasfemo quien afirma que Dios castiga y que tiene que contravenir el orden
creado por Él mismo, para demostrar milagrosamente su poder. Afirma que la
doctrina del premio y castigo en la vida futura, si bien es útil al vulgo,
destruye el verdadero valor de la virtud: “no hay rectitud, piedad o santidad
–nos dice Shaftesbury- en una criatura formada de ese modo, como no hay
debilidad o mansedumbre en un tigre fuertemente encadenado, o inocencia y
sobriedad en un mono sometido a la disciplina del látigo”. Toda guía externa es
perniciosa e inútil para el hombre. El sentido moral no es otra cosa que la determinación
del principio de armonía que actúa en todo el universo (2).
Shaftesbury nos muestra una visión estética del tema moral, pero es una
estética filosófica, que se distingue de la artística. En lo bello filosófico
entrañan estructuras ontológicas y comprenden factores racionales. En lo bello
se armonizan todos los aspectos del ente. Desde la óptica antropológica
existencial, capta la esencia de la vivencia estética en un doble sentido: el
del creador y el del contemplador. De este análisis se desprenden los problemas
de valor y de la valoración estéticas (3).
La armonía innata en la Naturaleza es
destruida por la enfermedad, la decrepitud, la degeneración, entre otras
causas. El hombre, siendo un ser racional, tiene la capacidad de relacionarse
con el mundo en contradicción consigo mismo. En la disposición reflexiva de su
propia vida, el ser humano es libre de la enajenación a las metas de sus deseos
y del antagonismo del afecto. Al poseer un sentido consciente de lo justo e
injusto, puede dominar deseos y afectos. Esta formulación fue importante para
la filosofía moral inglesa.
Prueba de lo anterior es la afirmación
de Hume que da pie al utilitarismo, que luego serviría de soporte al
liberalismo político en Inglaterra, la cual se expresa como sigue: “la utilidad
es solamente una tendencia a un fin determinado. Así, pues, si el fin nos fuese
indiferente, permaneceríamos igualmente indiferentes ante el medio. En esta
situación debe prevalecer un sentimiento…
que no puede ser otra cosa sino simpatía por la felicidad de la
humanidad e indignación ante su infelicidad”. Esta es la finalidad definitiva
de la moral para Hume. Este sentimiento moral promedia la proporción justa
entre egoísmo y altruismo, tal como lo plantea Shaftesbury (4). La
junta del enlozado mosaico.
Para Shaftesbury el universo es el mundo
en el cual viven las almas. Las ciencias naturales, en boga en su tiempo, las
comprende como un constructo-racional que te enseña la regulación y el orden en
el curso de la naturaleza, pero él es, esencialmente, un metafísico, y por lo
tanto la comprensión del universo corresponde a la religión.
Shaftesbury plantea que Dios no puede
manifestarse en la magia, ni en el milagro, ni mediante maravillas
sensacionales, monstruosas o en el quebrantamiento de un curso natural creado
por Él mismo. Lo considera una idea infantil e inmadura. La Creación se
encuentra en la regularidad, en el orden, armonía, y en su belleza. Shaftesbury
es un hombre de finales del siglo XVII quien pertenece a la metafísica clásica
de su época; pero, cuánto hay de geometría en sus ideas.
Shaftesbury influye en ilustrados
franceses como Voltaire y Diderot; y en autores alemanes clásicos como Lessing,
Goethe, Schiller, entre otros. Kant no escapa a su influjo y Goethe tomo de él
la figura de Prometeo como “un segundo creador después de Júpiter” (5)
Conclusión
Shaftesbury es un moralista y perteneció a un extenso
grupo de intelectuales que son reconocidos como deístas o librepensadores, quienes son objeto de un interés histórico fundamental,
no solamente por los planteamientos novedosos que presentaron, sino porque
pusieron de bulto el problema de la certidumbre inherente a la posición
religiosa del hombre. Abordan la religión no desde el punto de vista dogmatico,
sino mediante el análisis del grado de certeza que supone, valiéndose de los
resultados gnoseológicos del empirismo, como criterio y medida de este
análisis.
Shaftesbury rechaza que Dios tiene necesidad de
suspender las leyes establecidas por Él mismo, para demostrar milagrosamente su
poder; así como el rechazo a la doctrina de la corrupción del hombre y su
miseria; siendo el ser humano la obra maestra de la naturaleza, representando
el equilibrio del universo entero; por lo que no tiene que buscar fuera de sí
la guía de su conducta, es expresión fiel de una elaboración que tiene al
hombre como centro, quien tiene un sentido moral, por instinto o divino, que lo
dirige por su propia autoridad y lo hace autónomo.
Abordar pensadores como Shaftesbury, especialmente por
su condición de librepensador y moralista, nos proporciona herramientas
conceptuales útiles en la construcción de nuestro templo interior, siempre que
los estudiemos pasándolos por el cernidero de nuestra convicción no dogmática,
de libre pensamiento y de las herramientas que nos proporciona la
masonería.
S\ F\ U\
Isidro Toro
M\M\
Notas y bibliografía
1)
Platón. Obras Completas.
Aguiar Ediciones. Madrid, España, 1969. Pags 864-865
2)
Abbagnano, Nicolás. Historia de la Filosofía. Tomo II.
Montaner y Simons, S.A. Barcelona, España. 1964. págs. 303-304-
3)
Martínez Echeverri, Leonor;
Martínez Echeverri, Hugo. Diccionario de Filosofía Ilustrado. Editorial
Panamericana, Bogotá, 1997. Pág. 181
4)
Schilling, Kurt. Desde el Renacimiento hasta Kant.
1ra edición en español. UTEHA. México
1965. Págs 241-242
5)
Idem. Pag 208-211
No hay comentarios:
Publicar un comentario