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martes, 9 de mayo de 2017

La masonería en la Venezuela de inicios del siglo XIX



La masonería se encuentra presente, en Venezuela, desde el ocaso del siglo XVIII, y su actividad organizativa no cesa a pesar de los avatares de la guerra. Muchos historiadores profanos obvian esa realidad. Por ello los MMas.·., comprendemos eventos que otros interpretan de manera diferente, ya que no tienen la L.·., para entenderlos. He allí nuestro buen salario.
Desarrollo
Un documento, adquirido por el escritor Ramón Díaz Sánchez, certifica la recepción masónica de Simón Bolívar en Paris, la cual tuvo lugar, según el diploma, “el undécimo día del undécimo mes del año de la Gran Luz 5805, es decir el 11 de noviembre de 1805”(1) El historiador Jesús A. González Torres señala que “en 1797, Francisco de Miranda fundó en Londres la “Gran Logia de la Reunión Americana”, de la cual fue nombrado Gran Maestro, y que posteriormente tendría filiales en París, Madrid, Cádiz, Caracas y Buenos Aires. Esta Gran Logia fue luego disuelta por Miranda y reorganizada con el nombre de “Gran Logia Regional Americana de Londres”... En esta logia se iniciaron los principales próceres y colaboradores de la independencia americana: Bernardo O’Higgins, José de San Martín… Andrés Bello, Luis López Méndez, Simón Bolívar, José María Vergara Lozano, Vicente Rocafuerte, Carlos de Montúfar, entre otros”(2)

Otro dato es la iniciación de Manuel Gual y José María España, al contactar con masones españoles presos en La Guaira, en el año de 1797.
Existen noticias, por denuncias eclesiásticas, del funcionamiento de Logias en Puerto Cabello y en la Isla de Margarita, entre los años 1804 y 1808.(3)
Durante la Primera República es denunciado Rafael Diego Mérida de intentar fundar una filial de la Sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz; hay reseñas de la existencia, entre 1811 y 1815, de una Logia Colón, también en Caracas. Igual otra en Cumaná, la Perfecta Armonía No 74(4)
La Inquisición caraqueña recibió la denuncia contra el jefe del ejército expedicionario realista, el general Pablo Morillo, de ser masón, quien realmente lo era en grado 33, y entre su cuerpo de oficiales habían varios, entre otros: Salvador de Moxò, Miguel de la Torre y Juan Bautista Pardo.(5)
El historiador Efraín Subero menciona en su obra: La Masonería en Venezuela,  el hecho de que se colocó entre columnas de la R.·. Log.·. Colón al Q.·.H.·. Pablo Morillo y se propicia el armisticio de 1818, que regulariza la guerra (6)
En pleno gobierno realista, entre 1817 y 1818, hay noticias del funcionamiento de dos logias: una de ellas, en la casa del comerciante Francisco González de Linares. Igual, se informa de la actividad masónica del ciudadano ingles John King, quien se encontraba de paso por la ciudad de Caracas. 
De su parte, en el territorio controlado por las fuerzas patriotas en Guayana, se funda en Angostura, hoy Ciudad Bolívar, en 1818, la Logia Concordia Venezolana, bajo la autoridad de la Gran Logia Provincial de Kingston, Jamaica.
Entre los militares británicos que lucharon con el Ejército Libertador, hubo varios masones, quienes fundaron la Logia Columbiana y se tiene testimonio de una Tenida en Achaguas, hoy estado Apure, en 1820. Entre los afiliados se encontraba Gregorio Mac Gregor, héroe de la Independencia Venezolana.
En 1821 se crean las Logias La Unión en Caracas y Concordia, en Valencia, ambas afiliadas a la Gran Logia de Pensilvania, EE UU.
Tras la Batalla de Carabobo en 1821, la masonería venezolana recibe un impulso, levantando columnas, en 1822, los siguientes talleres: la Protectora de las Virtudes; en Barcelona; Perfecta Armonía en Cumaná; Fraternidad Colombiana en Caracas; Valor y Constancia en Valencia; Unanimidad de Cartago y Bolívar en La Guaira; todas ellas con cartas patente de la Gran Logia de Maryland, EE UU.
En 1823 levantan columnas las logias Regeneradores en Maracaibo y Aurora en La Guaira, ambas con cartas patente de la Gran Logia de Nueva York. En 1824 existen en Angosturas las logias The Eastern Star of Colombia y La Concordia, la primera con carta patente de la Gran Logia de Escocia y la segunda de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
El 16 de mayo de 1824 se funda La Gran Logia de Colombia, en Caracas, instalándose solemnemente el 24 de junio del mismo año, día del solsticio de verano y de san Juan, siendo su primer M.·.R.·. Gran Maestro Diego Bautista Urbaneja. Recordemos que su territorio comprendía los departamentos de Venezuela, Nueva Granada (hoy Colombia) y Quito (hoy Ecuador).
Un número importantes de logias venezolanas se adhirieron a dicha Obediencia: Protectora de las Virtudes, de Barcelona; Perfecta Armonía, de Cumaná; Unanimidad de Cartago, de La Guaira; Concordia, de Valencia; Fraternidad Colombiana, de Caracas; Virtud Premiada, de Carùpano; Regeneradores, de Maracaibo; Libertad, de Puerto Cabello; Valor y Constancia, de Valencia; Bolívar, de La Guaira; Concordia Venezolana, de Angostura; Unión Filantrópica, de Coro; Amistad, de Barquisimeto; Aurora, de San Felipe; San Juan de la Constancia, de Guanare e Hijos de Colón, de El Tocuyo.
La existencia de la Gran Logia de Colombia no fue óbice para que el Supremo Consejo de Nueva York enviase cartas patentes a tres capítulos de Cumaná, Barcelona y La Guaira.
En 1823 se imprime en Cumaná el libro Espíritu de los Estatutos y Reglamentos del Orden Franc-Masónico y Diccionario de todos los términos y expresiones que están en uso para los trabajos de las Logias; quizás el primer texto redactado e impreso en Venezuela. Su grabado fue realizado por el Q.·. H.·. Manuel José Ribas, de la Logia Perfecta Armonía.   
En 1824 el Cabildo Eclesiástico de la catedral recibe denuncia que en la iglesia de San Pablo se había realizado entierro con insignias masónicas. En 1825 el Q.·. H.·. Josè Natividad de la Saldanha, brasileño, residenciado en Caracas, escribe un folleto anticatólico dedicado al Q.·. H.·. Juan de Escalona.
Tras la separación de Venezuela de la Gran Colombia, la masonería se reorganiza en Caracas el 22 de septiembre de 1830, en la Gran Logia de Venezuela, siendo el M.·.R.·. Gran Maestro el Q.·. H.·. Diego Bautista Urbaneja. Año y medio después se creó el Supremo Consejo para el Grado 33 para la República de Venezuela, el cual elige, el 4 de mayo de 1840, como soberano gran comendador al Q.·. H.·. José Antonio Páez.   
Conclusión
La Historia Republicana de Venezuela del siglo XIX en general y de sus primeras décadas en particular, está fuertemente ligada a la masonería. Algunos datos son confusos e incluso historiadores señalan fechas disimiles, pero lo cierto es que testimonian gran actividad masónica. Su estudio en detalle nos permitirá entender acontecimientos que la historiografía trata pasando por alto hechos que los HH.·. MMas.·., tenemos presente. Su significado alcanza relevancia, tanto en cuanto nos permite analizarlos con profundidad, alejado de cualquier fanatismo que conduce a dogmatismos y nos alejan de la L.·. Tal es el caso del Armisticio alcanzado entre los QQ.·. HH.·. Bolívar y Morillo, que regularizó la incruenta guerra en el territorio nacional. 
Cuando interiorizo estos relatos, siento que la enseñanza masónica aquilata el sentido interior de humanidad. Entiendo cada vez más el significado y la importancia de la marcha hacia el Or.·. y descubro que mucho de lo que se nos presenta, pomposamente, solo es iluminado por el tenue reflejo lunar y por ende requiere de mayor análisis.   Siento que adquiero un buen salario.
Es todo…
S.·. F.·. U.·.

Isidro Toro
M.·. M.·. R.·.E.·.A.·.A.·.

     Notas y bibliografía
1)     González Torres ,Jesús A.. La Masonería en el proceso de independencia en Colombia. http://elsolweb.tv/2013/07/la-masoneria-en-el-proceso-de-independencia-en-colombia-2/
2)     Ídem
3)     Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo III, Fundación Polar. 2da edición. Caracas 1997. Pág. 75
4)     Perramon Q., Edgar. Breve Manual Masónico. Pág. 29 Tercera edición. Cultural Print, C.A. Caracas, 2006.
5)     Diccionario de Historia de Venezuela. Ob cita. Pago 75
6)     Subero, Efrain. La Masonería en Venezuela Biblioteca Masònica de Venezuela. Caracas, 2010. Pag. 
Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo III, Fundación Polar. 2da edición. Caracas 1997.

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