Vamos a revisar sucintamente las cinco tesis
capitales en las que se sustenta la antropología religiosa. Las mismas son las
siguientes:
a.- Teocentrismo. La antropología
religiosa plantea que Dios es el centro del universo y lo rige todo, incluso
las actividades humanas, ya que Dios creó al hombre a su imagen.
b.- Antropocentrismo. Al finalizar la Edad
Media y comenzar el Renacimiento, el teocentrismo cedió el paso al
antropocentrismo. Esta es la teoría filosófica que sitúa al hombre como centro
del universo, pero según el concepto religioso del mundo, Dios es el señor del
mundo y el hombre señor de la Tierra, y por eso se le aplica a él la especial
solicitud de Dios.
c.- La doctrina del pecado original.
Para varias de las religiones del tronco bíblico —entre ellas el judaísmo
y el cristianismo— el pecado original es el pecado cometido por los primeros
padres de la humanidad (Adán y Eva) al desobedecer el mandato divino de no
comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Allí está el origen de las
circunstancias que envuelven la existencia humana.
d.- La doctrina de la gracia. Desde el punto
de vista bíblico todos los cristianos son salvos por gracia, por medio de la fe
y no por las obras. Ya no estamos sujetos a la ley sino a la gracia de Dios.
Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
(Efesios 2:8-9)
Pues
no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. (Romanos 6:14)
Hablar sobre la gracia divina es querer decir
que Dios es quién siempre toma la iniciativa en el proceso de salvación y que
es un regalo de Él, que se reclama y otorga a través de la fe.
e.- La fe en la inmortalidad. Completa el
concepto religioso de hombre, ya que no se entendería su existencia sin una
recompensa en el más allá y ello sustenta la fe en la inmortalidad.
Con la inmortalidad del alma el hombre
también comprenderá el sentido y el objetivo de la vida terrenal... Y sólo
entonces se da la posibilidad que cambie... que considere la vida del alma por
más importante que la del cuerpo físico. Sólo que ahí se presentan dos peligros
a los que la humanidad está expuesta: por un lado la incredulidad en el alma y
en su inmortalidad, y por otro las doctrinas erróneas que también para aquel
que cree en la inmortalidad del alma son un obstáculo para su progreso espiritual...
pues le dan una imagen errónea de la eterna Divinidad.
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