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martes, 13 de junio de 2017

Lactancio: el hombre, como el mundo, está formado por principios diversos y opuestos



Nace Lucio Cecilio (o Celio) Firmiano Lactancio  en el norte de África, siendo discípulo del maestro africano Arnobio. Se  cree vive entre los años 245 y 325, logrando fama como escritor latino y apologista cristiano, por la elegancia de sus escritos y por ser partidario de abrir el cristianismo a la cultura y presentarlo de manera atrayente.
Formado en la cultura latina, inspirado en Cicerón, no es profundo en la cultura griega. Enseña retórica latina en Nicomedia,  ciudad que Diocleciano convirtió en la principal del Imperio romano de Oriente, adornándola de espectaculares construcciones.

En el año 305 es obligado a abandonar su oficio por causa de la persecución de Diocleciano, también llamada "Gran Persecución", la cual fue la última y posiblemente más sangrienta ofensiva contra los cristianos en el Imperio Romano. En 303, el emperador Diocleciano y sus colegas Maximiano, Galerio y Constancio emitieron una serie de edictos donde revocaban los derechos legales de los cristianos y exigían a la vez que cumplieran con las prácticas religiosas tradicionales. Ulteriores decretos, encaminados al clero, demandaron el sacrificio universal, ordenando a los habitantes realizar ofrendas a los dioses.
Con Constantino se produce un cambio radical y los historiadores cristianos, desde Lactancio, se decantan por un Constantino que adopta el cristianismo como sustituto del paganismo oficial romano.
Su obra más importante son los siete libros de Divinae instituciones, en los que combina una defensa y un ataque, lleno de amargura y odio contra los enemigos del cristianismo, a la vez que es un manual de la doctrina cristiana.
En otra de sus obras, De opificio Dei, trata de demostrar que el organismo humano es una creación de Dios; en De ira Dei, quiere demostrar la ira divina refutando la tesis de los epicúreos de la indiferencia celestial.

Sistematización de la obra cristiana
Lactancio realiza el primer intento de reducir a sistema la doctrina cristiana, enseñándola de un modo orgánico y completo. Gracias a su calidad expositora, fue llamado el Cicerón cristiano, a pesar que presenta poco aporte original de pensamiento.
Para Lactancio estos son aspectos nodales del cristianismo:
*- La existencia de una providencia que rige al mundo, para ello sólo basta con elevar la mirada al cielo.
*- Puede aceptar la discusión entre monoteísmo y politeísmo, pero aceptar varias divinidades es admitir que Dios no tiene suficiente poder como para regir solo al mundo, con lo cual se contradice el concepto mismo de Dios como potencia infinita.
*- La aceptación del politeísmo es concebir un mundo con divinidades diversas, con leyes contrarias y luchas entre sí, lo que queda excluido por la unidad y orden del mundo.
*- Si el cuerpo humano, los diversos miembros y los diversos aspectos de la vida espiritual están dirigidos por un alma única, así el mundo debe ser dirigido por una única divinidad.
*- La doctrina cristiana del Logos no divide ni duplica al único Dios. Ambos constituyen una sustancia única, una razón única, un espíritu único. El Padre es como el Sol, el Hijo como el rayo irradiado por el Sol; el Padre es como la fuente desbordante, el Hijo como el torrente que emana de la fuente. Así como el rayo no puede separarse del Sol y el torrente de la fuente, tampoco el Hijo puede separarse del Padre.
*- El Hijo es engendrado antes de la creación del mundo para realizar el plan de la creación.
*- El mundo no fue creado por Dios mismo, ya que El no tiene necesidad de hacerlo.
*- Dios no tuvo necesidad de una materia preexistente para su creación. Dios crea la materia misma.
*- El hombre está compuesto de alma y cuerpo.
*- El alma no tiene ningún peso terreno: es tan tenue y sutil que escapa aún de los ojos de la mente.
*- Alma y mente no son idénticos: el alma es el principio de la vida y no es cegada ni por el sueño ni por la locura.  La mente es el principio del pensamiento, aumenta y disminuye con la edad, se pierde en el sueño y en la locura.
*- El alma y el cuerpo están atados entre sí aunque sean opuestos: lo que es bueno para el alma, el desprecio al dolor y a la muerte, renuncia a la riqueza, a los placeres, es un mal para el cuerpo y viceversa.  
*- El hombre, como el mundo, está formado por principios diversos y opuestos: luz y tinieblas, vida y muerte. Estos principios combaten en él, y si en esta lucha el alma vence, será inmortal y admitida a la luz eterna; si vence el cuerpo, el alma será condenada a las tinieblas y a la muerte.
*- La inmortalidad no es solamente fin y premio de la virtud: es condición de la virtud misma. Sería necio renunciar a los placeres a los cuales el hombre naturalmente se inclina si la inmortalidad no existiera para darnos un sentido a nuestra práctica de la virtud.
*- La naturaleza humana es contraria a la vida moral y religiosa. Toma en cuenta el pesimismo de la naturaleza humana, referido por Arnobio, su maestro.
*- Es pesimista por cuanto la naturaleza humana busca el placer y rechaza el dolor, lo contrario al espíritu.
 *- La perversidad de la naturaleza humana hace posible la existencia de la virtud.
*- La existencia de la virtud como término medio, supone los extremos viciosos.
*- El alma tiende a la inmortalidad por la virtud, que la desliga de la naturaleza y atadura corporal, siendo la inmortalidad su más caro premio.
*- La inmortalidad del alma solamente se consigue en la religión, y no cualquiera, sino en la cristiana.
*- La esperanza y salvación del hombre está en el culto y reconocimiento de Dios, siendo esto el grado supremos de la sabiduría que se encuentra en el cristianismo y no en la filosofía.
*- La filosofía busca la sabiduría, no es la sabiduría misma.
*- La filosofía no encuentra la razón de las causas. Además, la cantidad de escuelas hace imposible orientarse. Solamente la revelación puede dar la verdad, siendo la dialéctica inútil.
Lactancio siguió la doctrina emeverista sobre el origen de los dioses, la cual es una teoría de la interpretación de los mitos creada por Evémero de Mesene (s. IV a. C.) en su obra Hiera anágrafe (Inscripción sagrada) y según la cual los dioses paganos no son más que personajes históricos de un pasado mal recordado, magnificados por una tradición fantasiosa y legendaria.
La obra de Lactancio constituye, según muchos estudiosos, una suma del pensamiento divino.
 
Bibliografía
*- Abbagnano, Nicolas. Historia de la Filosofía. 2da edición. Montaner y Simon, S.A. Barcelona, España 1964
*- Backhouse E., Tylor C. Historia de la Iglesia Primitiva. Tomo I. Libros CLIE. Barcelona. España. 1986
* Blázquez Marinez, Joé María. El Nacimiento del Cristianismo. Editorial Síntesis. Madrid, España 196
*- Cesárea, Eusebio de. Historia Eclesiástica. Tomo I. Editorial CLIE. Traducción del griego por George Grayling. Notas por Samuel Vila. Barcelona. España. 1988
*- González, Justo L. Historia del Cristianismo. Tomo I. Editorial Unilit Miami, Fl. U.S.A. 1994
Internet
*- Wikipedia

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