En el interior del Museo Casa Duarte se encuentra la
Biblioteca Enrique Patín Veloz, en honor de un dominicano ejemplar quien
durante más de cuarenta años realizó una promoción Duartiana y quien con el
ilustre mocano Julio Jaime Julia y otros intelectuales, fundan en 1964 el
Instituto Duartiano.
La obra investigativa de nuestro personaje es prolija: Duarte y la historia; Observaciones acerca
de nuestra psicología popular; Las enseñanzas cívicas de Duarte; Las clases
sociales en Santo Domingo; El sentido masónico de la vida y la obra de Duarte;
este publicado en 1956 por la Librería Dominicana.
Las obras precitadas son tan sólo una muestra de su
extensa producción que incluye temas patrióticos, filosóficos y de bibliotecología.
Funda en la Universidad Autónoma de Santo Domingo la Cátedra Extra Curricular Juan Pablo Duarte, actividad
que comparte con la enseñanza de la Historia Social Dominicana, que imparte por
más de diez años en dicha Universidad.
Además de ser el primer presidente del Instituto
Duartiano, Enrique Patín Veloz tenía inclinaciones por los estudios de la
filosofía perenne, teosofía y esoterismo en general. Fue por muchos años
director del Departamento de Cultos de la entonces llamada Secretaría de
Estado de Educación, Bella Artes y Cultos y según refiere Tony Raful (“¡No vuelvas a provocarlo, dijo Avilés!”, Listín Diario, 15 de julio 2014) existía
en torno a la figura de Patín Veloz un
halo de misterio ya que no eran poco los que lo consideraban una especie de
hechicero capaz de controlar las fuerzas recónditas de la Naturaleza.
A mediados del siglo XX se colocaba rápidamente en la
gaveta del ocultismo cualquier estudio que partiera del orden simbólico que
buscase la construcción espiritual del individuo, más allá de cualquier
organización religiosa.
A pesar de los señalamientos de ser practicante de la
brujería, los defensores del ideario de Juan Pablo Duarte, quien también fue
masón, así como la mayoría de los Trinitarios y los firmantes de la Constitución
de San Cristóbal, le han mostrado respeto al bautizar con su nombre la
Biblioteca del Instituto Duartiano. Los honores no deberían quedarse allí. Este
es un personaje civil que merece el reconocimiento de la intelectualidad
dominicana y particularmente de aquellos quienes pertenecen a la cadena
fraternal universal de la masonería.
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