Un momento especial en la vida iniciática
del Masón es aquel cuando préstamo juramento ante el Ara. Allí nos
comprometemos ante nuestra conciencia y ante el G.·.A.·.D.·.U.·., cumplir con
los prístinos preceptos éticos que guían el devenir de la Gran Orden Masónica.
Los
textos masónicos ubican el Ara en el centro del Templo, sin tomar en cuenta el
Oriente, lo que nos permite inferir que debe estar entre los peldaños de la
grada del Oriente y las dos columnas, “B” y “J”, situada en el Occidente.
El
Ara o Altar consiste en una mesa o columna de base triangular, elevada sobre
tres pequeños escalones, cuyas caras miran hacia el Occidente, Sur y Norte
respectivamente. Algunos autores señalan que en el Ara debe colocarse un cojín
de forma triangular, tapizado en color rojo, ricamente adornado con flecos de
color oro. Sobre este cojín se coloca el Volumen de la Ley Sagrada, (Biblia),
la Constitución Masónica de la Gran Logia, una Escuadra, un Compás y una Espada
Flamígera desnuda, esta última irá debajo de la Biblia con la punta hacia el
Oriente.
El
Ara representa la verdad velada por símbolos y alegorías, que todo Masón debe
descubrir por la perseverancia, el estudio y la constancia en la práctica de
todas las virtudes. Alrededor del altar se encuentran ubicadas, en forma de
escuadra, tres pequeñas columnas, que representan la Sabiduría, Fuerza y
Belleza, sobre los cuales se colocan cirios o estrellas que deberán permanecer
encendidos durante el trabajo de la Logia.
Según
Jorge Adoum (Las Llaves del Reino Interno),
la forma triangular responde a “los tres altares en el tabernáculo, símbolo de
la evolución: Altar de bronce o de sacrificio, altar del incienso y el altar de
oro, cuyo simbolismo es el hombre antiguo, el hombre moderno y el hombre del
futuro o superhombre”.
Para
referirse al Ara, Aldo Lavagnini, en el Manual
de Aprendiz expresa: “es el símbolo de la elevación de nuestros
pensamientos por medio del cual percibimos la realidad trascendente que se
esconde bajo la apariencia contradictoria y llegamos a conocer la palabra, o
sea la verdad, que es propósito íntimamente benéfico de toda experiencia,
siempre extendida para nuestro progreso y bien, más verdaderos”.
Adolfo
Terrones Benites y Alfonso León García en su obra “Los 33 Temas del Aprendiz Masón” definen el Ara en los siguientes
términos: “se le considera como representativo de la Eternidad, del Secreto,
del Misterio, de lo Desconocido, de lo Abstracto, y en general de todas las
Fuerzas Ocultas que existen en el Universo, como Arcanos de la Naturaleza;
además, en lo material, el Ara es emblemática
de la Tumba, o sea del Sepulcro que recibe al hombre como el
sitio propio para su Descanso Eterno”.
R.
W. Mackey en su Lexicón de Masonería, hace
la siguiente exposición referida al Altar: “Es el lugar en donde se ofrecían
sacrificios a Dios. Después de la erección del Tabernáculo, los altares fueron
de dos clases: de los sacrificios y del incienso. El altar masónico puede
considerarse como la representación de ambas formas. De este altar se eleva
constantemente el Gran Yo Soy, el grato incienso del amor, consuelo y verdad
fraternales, mientras que sobre él quedan las indómitas pasiones y los
mundanales apetitos de los hermanos como un apropiado sacrificio al genio de
nuestra Orden”.
Vista
la ilustración que nos ofrecen los autores señalados, podemos decir que el Ara
es el lugar donde efectuamos nuestros juramentos, como manifestación visible de
una energía invisible y trascendente y en el que hemos aceptado nuestros
compromisos internos y hemos prometido cumplirlos. Está iluminado por las estrellas
de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza.
El
Ara se comprende como el centro de gravedad del triángulo formado por el lugar
del V:: M:. y los VVig:., siendo el punto central del Templo, a partir del
cual, se organiza toda la Logia y los trabajos que en ella se realizan. De allí
la ceremonia del encendido de las candelas y estrellas.
Recordemos
que el Templo Masónico representa una relación espacio - tiempo. El Templo Masónico
es un rectángulo extendido de Oriente a Occidente, es decir en dirección de la
Luz. Su anchura es del Norte a Sur, desde la potencialidad hasta la plenitud, y
su altura del Cenit al Nadir, desde el firmamento hasta el centro de la tierra.
Esto quiere decir que prácticamente no tiene límites, es una representación del
Universo.
Las
Columnas, doce de ella, seis en las caras norte y sur sostienen el firmamento y
rodea el Taller. Delimitan y establecen la pertenencia del lugar. Forman un
espacio admirable.
El
Templo está rematado con una bóveda por cielo, la cual nos recuerda que debemos
aprender de las estrellas y la infinita distancia. El Templo nos contiene, del
mismo modo que nos contiene el cosmos.
En
el Taller desarrollamos la pragmática de la Liturgia. El rito es un símbolo en
acción el cual es develado por cada hermano utilizando las herramientas que nos
suministra la Masonería: el mazo, el cincel, la regla de 24 pulgadas, la
escuadra, compás, plomada, nivel, entre otras.
Toda
la enseñanza iniciática a la que el Masón se entrega sobre la base de la
libertad de pensamiento porque eres tú, como microcosmos quien debe comprender
las leyes universales del cosmos, de la existencia y del existir, se desarrolla
teniendo como centro el Ara, porque allí se representa el centro del Universo,
con la lámpara votiva como eje de la Creación, simbolizando su conexión con la
estrella Polar, y esta a su vez como divisa del G.·.A.·.D.·.U.·.
En
el Ara entregamos en holocausto nuestras pasiones, imperfecciones y errores
humanos, para sobre sus cenizas construir el Templo de Virtudes con el cual
todo Masón debe contribuir a la Gran Obra Universal del G.·.A.·.D.·.U.·.
Ap:. 18 sept, 2018
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