El siglo XVIII es el tiempo en que ven
la luz del Sol Francisco de Miranda, José de San Martín, Bernardo O'Higgins, el
Libertador Simón Bolívar, entre muchos otros, que forman parte del procerato de
Hispanoamérica. De la misma manera podríamos mencionar a los primeros
presidentes de la República de Haití, Alexandre Petión y Jean Pierre Boyer. Igual
el gobernador francés de Santo Domingo entre 1805 y 1808, Jean Louis Ferrand. Todos
tienen algo en común: fueron masones.
El siglo XVIII es, también, el siglo
de la Ilustración, así como el momento histórico en que se hace presente la
masonería en nuestras tierras americana.
La Ilustración, en términos generales, se distingue
por conservar intacta la confianza en la razón, algo fundamental en la
masonería y los personajes que se adhieren tienen la decisión de servirse de
ella libremente. El filosofo alemán Emmanuel Kant perfila magistralmente, lo
que es la Ilustración: “es la salida de
los hombres de una menoridad debida a ellos mismos. Menoridad es la incapacidad
de servirse del propio entendimiento sin guía ajena. Esta menoridad es debida a
ellos mismos si la causa de ella no es un defecto del entendimiento, sino la
falta de decisión y de valor para servirse de él sin guía”, o sea, ser un
ser libre como somos los masones.
El historiador Roberto Cassá en su
obra Padres de la Patria, señala que
el Q.·.H.·. Juan Pablo Duarte crea la Sociedad Secreta La Trinitaria el 16 de
julio de 1838. Apunta Cassá que la dotó de los recursos prácticos y
organizativos necesarios para alcanzar sus objetivos. Para ello la asoció con
la tradición masónica, siendo su principal rasgo distintivo el pensamiento libertario
de la Ilustración y el secreto. Le dio una organización celular, siendo cada
cuerpo de conspiradores independiente del resto, concibiéndose como una cadena
que confluía en los primeros iniciados. Los trinitarios se identificaban por un
seudónimo y un color: Duarte tenía el azul, Sánchez el verde y así
sucesivamente (Cassá, págs. 19 y 20). Nos dice la periodista Julie Estévez Guílamo en un artículo publicado en el Diario Hoy el 13 de febrero de 2013, intitulado Duarte, “El Esclarecido e Ilustre Hermano Masón”; que “tanto la idea de conformarse secretamente y
hacerlo de tres en tres constituía una simbología. Sin dejar de tomar en cuenta
que uno de los requisitos primordiales requeridos para unirse a esta misión,
era ser parte activa de la vida masónica”. Igual escribe el Q.·.H.·. Fidias Omar Díaz en un texto publicado
el 25 de enero de 2017 en Primicias.com,
titulado “la independencia, Duarte y la Masonería”. Nos dice el Q.·.H.·. Fidias: funda “la “Sociedad Secreta La Trinitaria”, en base a principios
masónicos, porque conoce lo que es una institución secreta, discreta, el
sagrado No. 3, el toque, saludo, los grados, organización y disciplina y,
siendo varios de los trinitarios masones, aplicaron dichos conocimientos
masónicos para formar su institución patriótica, con su jerarquía y forma de
comunicarse entre ellos, con la discreción aprendida”.
En
la plancha burilada en el portal de la R.·.L.·. Caballeros de la
Patria N° 53: Semblanza Masónica de Juan Pablo Duarte, se señala que “en el
plano de las comprobaciones concretas, sólo existe el dato extraído de viejas
minutas del historiador de la masonería, Haim López-Penha, en las que el nombre
de Juan Pablo Duarte aparece inscrito con el cargo de “Arquitecto Decorador” de la Logia Constante Unión No. 8 y
registrado con el oficio de comerciante, como se atestigua en la minuta del 24
de junio de 1843 en el cuadro de dignatarios de dicha logia, bajo los auspicios
del Gran Oriente de Haití. Esta Logia funcionaba en la Casa de las Gárgolas,
ubicada en la Calle Las Mercedes próxima a la Calle Las Damas”. La
precitada plancha, así como la obra de Cassá, ponen de bulto la relación
sostenida por el Q.·.H.·. Duarte con la masonería alemana, particularmente con
la del Valle de Hamburgo.
Estudiar el proyecto de Constitución del
Q.·.H.·. Duarte, es adentrarse en su individualidad masónica. Es un manuscrito en
el cual plasmó lo que él aspiró debería ser la República Dominicana. Hay que investigarlo
con las herramientas que nos dota la Mas.·.: la escuadra, el compás, el nivel,
la plomada, el mazo, cincel y regla de 24 pulgadas. Meditarlo en el silencio de
la palabra hablada, pero si pensada; ese silencio que reclama la atención y la concentración energética a la que nos convoca
el V.·.
M .·. cuando llama a Silencio y en Logia; adentrarnos en su pensamiento,
estando nosotros purificados de pasiones, respirando en libertad, aquilatados
en el fuego, lo que nos señala el camino de la razón ilustrada que nos conduce
al sendero de la Luz, del G.·.A.·.D.·.U.·., tras jurar repudio eterno a los
ttiran.·. y a las ttiran.·. Cuando profundizamos este documento y toda la obra
del Q.·.H.·. Duarte bajo la Luz masónica, nos encontramos con un ser superior,
adalid de la justicia, en pleno ascenso a los planos superiores de la
existencia eterna.
Ap:. 04 Oct 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario