“Nadie entre aquí si no conoce Geometría”
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martes, 1 de enero de 2019

El arquetipo de la sabiduría



Los masones buscamos la sabiduría para construir nuestro templo individual de virtudes, cavar calabozos para los vicios, trabajar en la Logia de San Juan en beneficio de la Gran Obra del G:.A:.D:.U:., asistiendo al Taller con el fin de interiorizar mediante el ritual que contiene la enseñanza iniciática, los mecanismos y herramientas que nos ayudaran a vencer nuestras pasiones, someter la voluntad frente a las amenazas, entre otras, del orgullo, la avaricia y la envidia; además de hacer nuevos progresos en la masonería, trabajando con celo, constancia y fervor, con el fin de lograr que la prudencia, la rectitud y el valor aquilatado por una prístina moral, guie nuestros pasos en la sociedad y ser obreros útiles a la Gran Obra. Es el camino hacia la Sabiduría.

Pero trabajemos un poco el término Sabiduría para que cada QQ:. HH:. se motive a investigar e ir formándose su criterio en su escuela interior de filosofar que cada masón es como ejemplo vivo del libre pensamiento.


Sabiduría es una palabra utilizada con diferentes significados, según el emisor y el contexto. Para abordar el tema, lo primero que debemos revisar es su definición según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), el cual nos señala que es:

1. f. Grado más alto del conocimiento.

2. f. Conducta prudente en la vida o en los negocios.

3. f. Conocimiento profundo en ciencias, letras o artes.

4. f. Noticia (‖ conocimiento).

Además de lo anterior, el DRAE nos lleva a la sabiduría eterna, o sabiduría increada, como una referencia religiosa al Verbo Divino.


El origen etimológico de la palabra se ha establecido que deriva del latín, concretamente del verbo “sapere”, el cual además de su significado inmediato "saber", tiene en italiano varios más: "poder", "ser capaz de" e incluso “tener inteligencia y buen gusto”. Esta última acepción se relaciona con sapidus, que en su inicio califica a lo que tiene gusto y sabor, a lo sabroso. En el siglo II Apuleyo le agrega al significado de “sabor” el de “contenido” y de allí fue decantándose hacia la palabra “sabio”, como aquella persona que acumula no solamente mucho conocimiento, sino mucha virtud y la explicación de estas consecuencias se encuentra en las raíces que conforman las palabras sabio y sabiduría.

Teniendo ya una idea sobre la base de su etimología, nos debemos preguntar sobre el punto de partida de la noción de sabiduría, su modelo original y primario, ¿cuál es su arquetipo?

En su raíz nos ofrecieron algunas pistas y desde allí, una muestra de su evolución. La palabra sabiduría es algo más que una suma de conocimientos, va más allá de la aplicación práctica de los mismos.

La sabiduría ha sido tratada desde la Antigüedad. El mejor ejemplo lo tenemos en la figura de la diosa griega de la paz, la civilización, estrategia, de las ciencias, de la justicia, de la habilidad y de la sabiduría,  Palas Atenea. En la mitología romana Minerva es la diosa de la sabiduría, las artes, la estrategia militar, además de ser la protectora de Roma y la patrona de los artesanos. Se corresponde con Atenea en la mitología griega. Pero en el mundo real el rey Salomón, el tercer y último monarca del reino unido de Israel, es considerado como un arquetipo de sabiduría.

La palabra sapiencia se utiliza como sinónimo de sabiduría. Sapiencia deriva del latín, de la suma de dos partes diferenciadas: “sapiens”, que significa “saber”, y el sufijo “-ia”, que indica “cualidad”. Generalmente se considera que se obtiene sapiencia mediante la experiencia, aunque no es descartable adquirirla mediante el estudio y la formación. Platón consideraba que la adquisición del conocimiento consistía en recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el mundo inteligible de las “ideas”, antes de caer al mundo sensible y quedar encerrada en el cuerpo. Y la belleza era la “idea” más excelsa, que se identificaba con el “Bien” y la “Verdad”, no la realidad, porque realmente el Bien y la Verdad, no pueden ser grotescos. En las tradiciones relacionadas con la Leyenda del Santo Grial, el objeto precioso y difícil de alcanzar es la sabiduría.

El helenismo significó una yuxtaposición de culturas con una clara influencia tanto en la filosofía hebrea en general como en la cábala en particular. De allí que Aristóbulo, a mediados del siglo II d. C., pretende demostrar que tanto Pitágoras como Platón, tenían conocimientos de los libros del Antiguo Testamento. Lo cierto es que autores como Abbagnano señalan que en el libro de las Sabiduría, escrito probablemente en el siglo I a. C., hay clara reminiscencia tanto del platonismo como del pitagorismo(1).

La cábala, una expresión de la corriente neoplatónica desarrollada en el marco de la filosofía hebrea, coloca a la sabiduría como segunda séfira o esfera del Árbol de la Vida, el cual se compone de diez emanaciones espirituales por parte de Dios, a través de las cuales dio origen a todo lo existente. Así la Sabiduría procede directamente del número Uno, la Corona o la Providencia equilibrante y deriva hacia el tres, la Inteligencia siempre Activa. No se puede acceder al Uno, sin pasar y obtener la cualidad de la Sabiduría.

Continuando en este breve repaso por algunas de las antiguas corrientes del pensamiento, los gnósticos la relacionaron con “Sofía”. Para este conjunto de corrientes sincréticas filosófico-religiosas que llegaron a mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético por la institucionalidad oficial católica, “Sofía” es un conocimiento liberador que no es la opinión, la doxa de la que nos habla Platón. La opinión se compone de eikasía, o el desarrollo de la imaginación en sentido de fantasía  y la pistis, o sea, la fe. Hoy en el mundo de las comunicaciones avasallantes y complejas, se juega normalmente con la opinión o doxa y la mayoría, no todos por supuesto, de los líderes sociales, sean políticos, periodistas, gremiales, religiosos, no salen de los límites de la opinión, bien por ignorancia, flojera o manipulación, utilizando herramientas retoricas como las falacias, entre otras. Platón oponía a la doxa la episteme, que para el griego era intentar alcanzar el conocimiento del mundo de las ideas, mientras que para nosotros, en un plano más cotidiano, es buscar saber por medio de la gnosis.

Conocimiento no es fe ni viceversa. La fe es una Virtud teologal y como tal es de gran importancia. No es conocimiento porque la comprensión del Creador está fuera del alcance de nuestro ser y solamente se podría conseguir en un estado de misticismo que propone la unión del alma con Dios por diversos medios, como el ascetismo, devoción, amor, contemplación, entre otros.

Racionalmente es difícil definir el arquetipo de la sabiduría, siendo su naturaleza fluida, cambiante, como la inmensa mayoría de lo existente en este mundo manifestado. Herman Hesse en su Siddharta escribió: “el que realmente quiere encontrar, y por ello busca, no puede aceptar ninguna doctrina… el saber es comunicable, pero la sabiduría no. Se la puede vivir, pero nunca explicar ni enseñar”.(2)

Entonces, después de lo dicho cabe preguntarnos: ¿cómo percibimos la sabiduría siendo tan elusiva? Si. No es fácil por ser exclusivamente individual. En el transcurrir de nuestra vida, cuando colocamos cada día una nueva piedra al edificio existencial que levantamos, nos encontramos con una construcción ordenada y armónica o viceversa. Si satisface nuestra alma y enriquece nuestro espíritu sobre la base de la virtud, porque se basa no en la opinión vaga y charlatana del acomodo social momentáneo, sino en la búsqueda dentro de sí mismo, en el yo interior, allí donde no hay público ni aplausos, esa sensación de encontrarse con el grado más alto de conocimiento, que aquel que te lleva al Verbo Divino, más allá de un acto de fe, sino con la consciencia plena de su existencia sobre la base de comprender la realidad del Cosmos y del Microcosmos, entonces podremos estar en el camino de la sabiduría que nos ilumina.

Un buen ejemplo es la sucesión de arquetipos femeninos que Jung llamó Eva, Helena, María y Sofía, donde Eva sería la mujer de vida absolutamente corporal, dedicada puramente a la satisfacción de los apetitos. Helena sería más espiritual que Eva y en María culminaría la espiritualidad pura. Para Jung, el arquetipo femenino más elevado no es María, sino Sofía, ya que ésta ha recuperado el cuerpo que María, con su énfasis en lo espiritual, ha perdido, logrando reunir lo disperso.(3)

Nosotros, seres humanos, difícilmente llegamos al grado de espiritualidad de María. Pero si podemos llegar a la sabiduría que representa Sofía, aplicándose el adagio “menos es más”, porque en nuestro plano existencial Sofía conoce los mármoles negros y blancos, las luces y las sombras, el Cosmos y el Microcosmos y como tal, simboliza la Sabiduría que de alguna forma requiere comprender lo variado de lo existentes en el Cosmos y en el interior de nuestro ser. 

Notas y bibliografía.
(1)    Abbagnano, Nicolás. Historia de la Filosofía. Tomo I. pág. 175
(2)     Diccionario Akal de Francmasonería. Pag 61
(3)     Carl Gustav Jung. Obra completa. Volumen 9/I. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo.
Cornejo, José Norberto. Reflexiones sobre el esoterismo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Publicado originalmente en: https://lasultimasnoticias.net/index.php/opinion/2292-el-arquetipo-de-la-sabiduria

Ap:. 21 Noviembre, 2018

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